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sábado, 16 de enero de 2010

Virus ficticius

El escandalazo de las vacunas contra la influenza A H1N1 ha dado la vuelta al mundo, y es que los enterados de esos asuntos, aseguran que la OMS, es decir la Organización Mundial de la Salud, exageró la nota acerca de la mentada gripe porcina para beneficiar a las gigantescas compañías farmacéuticas de alcance planetario, pero eso no es ninguna novedad, ya que esos cabrones productores de los medicamentos, son unos ladrones codiciosos que prefieren ganar hartos dólares antes que curar las enfermedades, claro que negocios son negocios, como bien se puede observar en el inocente comentario del hijo del dueño de una funeraria local, cuando un compadre de su sacrosanto progenitor, le preguntó: “¿Cómo le va a tu papá?” y el huerco, le contestó: “pos mal, padrino, no se ha muerto nadie”.
Lo malo es que, lo que es en grande, es en chiquito, y no digo que los muerteros sean malos cristianos, si hasta en la naturaleza, existen los animales carroñeros que se comen lo nauseabundo para que el desarrollo ecológico no se detenga, pero supongo que cada uno tiene justificación para desempeñar determinadas funciones al servicio de los demás, es decir, las compañías productoras de los medicamentos, que ya lo dijo antes que yo, mi sabio abuelo Pancho: “los médicos no curan las enfermedades, solamente las alargan”, claro que mi pariente que en gloria esté, tenía toda la boca llena de razón, porque con sus pócimas, los matasanos te alivian un malestar, pero te generan otro, así que un enfermo siempre va a necesitar de sus servicios profesionales, por tanto, la cadena se extiende al infinito, por ello, hay tantos especialistas casi para todas las dolencias, lo que ocurre es que siendo un buen negocio, tampoco van a desdeñar a un paciente impaciente, tanto al que le duele una uña como al que padece del corazón, igual al diabético, que al hipertenso, al migrañoso o al cistitico, a un epiléptico que a una embarazada.
Antes, muy antes, en tiempos de mis abuelos, el médico era uno solo para toda la familia, no había eso que algunos hijos de Hipócrates, han dado en llamar, pomposamente, como “los especialistas”, es decir, en la actualidad, ya se acabaron los médicos generales, son como garbanzos de a libra, por eso dije lo que escribí en líneas anteriores, lo que es en chiquito es en grande, y es que hay algunos profesionales de la medicina que se dejan cobrar los miles de pesos por cada consulta, claro que los grandes conglomerados productores de los químicos que aturden a las jaurías microscópicas provocadoras de los males en el organismo de los seres humanos, como en el caso de la gripe A H1N1, nunca van a decir la verdad respecto a los virus que mutan, y para colmo, tienen de aliados a los medios difusores de noticias que le dan vuelo a la nota agrandando las supuestas calamidades que pueden ocasionar tan tremebundas enfermedades, naturalmente que ante el embate de uno de los cuatro jinetes del apocalipsis, todo mundo se acalambra, así que primero los gobiernos de cada país, empiezan a comprar las mentadas vacunas, pero aunque ese parece buen negocio oficial, el verdadero río revuelto es la sicosis generalizada de la chingada gripe, luego luego empiezan los bombardeos de los propios consorcios que ofrecen, a través de los diversos conductos de alienación de masas, sus novedosos productos, que van desde geles antibacteriales, pastillas para la tos, inyecciones contra el resfriado, tecitos antitusivos, y después, se unen a la ganancia, las empresas de limpiadores, toallitas húmedas y hasta las clínicas que prometen meter en una burbuja aséptica a los ricos temerosos de perder la vida.
Las autoridades sanitarias a nivel mundial, de seguro ahora van a decir: “ustedes disculpen, lo que les dijimos de la gripe del marrano, no es verdad, pero teníamos que estar seguros de que no habría muertos por tan malévolo virus” y como todos estos cabrones se tapan con la misma cobija, pues se van a poner de acuerdo para decir más o menos lo mismo. Por mí, que se vayan a chiflar su máuser, ya sé que las mentadas no matan, pero como quiera duelen, a ver si para esas refrescadas de progenitora encuentran un antídoto poderoso los hijos de la chingada. Ya dije.

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