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lunes, 11 de enero de 2010

Nancy Guadalupe

Nunca, y cuando digo nunca, es nunca –así decía mi tía Chana cuando trataba de imponer su berrinchuda voluntad- he discriminado a nadie por su forma de pensar, su manera de ser o sus inclinaciones ideológicas, cada quien tiene derecho a vivir como se le hinchen las ganas, lo que debemos hacer los demás, es respetarlos, y como bien lo dice Henry Miller en su Trópico de Capricornio, en ese tono desparpajado que a él le va estupendo: “cada quien resuelve su destino a su manera, lo que nos queda a los otros, es ser espectadores inmóviles”, o algo así, tampoco crean, queridos lectores que tengo memoria fotográfica, pero la idea es esa.
Yo tenía una vecina muy rara, de esas que de lejos parecen, y de cerca ni duda cabe, porque era bigotona, así que me encantaba verla, porque podía burlarme de su mostacho a través de la ventana sucia de la cocina de mi casa, sin que ella lo notara, pero en cambio, al observarla, mi tío Melquiades se relamía los suyos, -me refiero a sus bigotes- ya que aseguraba que mujer con bozo… tenía algo sabroso, en ese tiempo, como hasta la fecha, hay palabras de las cuales desconozco su significado, y nunca entendí la connotación lasciva con la que mi pariente se expresaba de la tal Nancy Guadalupe, que así se llamaba la susodicha, que no era nada agraciada, tenía cara de mentada de madre y cuerpo de acuéstate aquí, a lo que voy, queridos lectores, es que casi todos en el barrio, aseguraban, sin haberlo comprobado, que no se ponía falda, para que no se le vieran los desos, okei, como dijo Crystal, a ver, a ver, ya sé lo que están pensando, que de seguro voy a exhibir a la pobrecita machorra, pero fíjense que no es mi intención, bueno la verdad es que si, sin embargo no lo hago nada más en tono de burla, porque hasta eso, debo reconocer que sus papás se sentían muy orgullosos de ella, porque entre otras hazañas, ganó un concurso de haber quien lanzaba el escupitajo más lejos, y eso que entre los competidores, estaban El Greñas, El Rulo, La Changa, El Perro y El Alacrán, así que sus santos progenitores conocían sus mañas de mujer con alma de hombre, no me van a negar, amables seguidores, que esa frase me salió muy poética.
Los huercos del barrio, nunca supimos con exactitud si era lesbiana o no, como estábamos muy chicos, nos daban igual sus preferencias, porque como todavía no se nos paraba enfrente el espejismo del amor, jamás intentamos develar las dudas respecto a las actitudes masculinas de la interfecta, lo que si vimos con asombro fue que la Nancy Guadalupe prefirió una caja de herramientas de las caras para llevarse al taller de mecánica de la secundaria Uno, clase que daba un hermano del profesor Juvenal Boone, en lugar de su fiesta de quince años, que en ese tiempo, todas las pachangas se hacían en los patios de las casas o en las calles, pero ella no le daba la gana forrarse como piñata para bailar el vals con su apá y que le regalaran su última muñeca, ya más crecidita fue agarrando cuerpo de pecado y cara de mojadito de tres días de ahogado en el río, o sea más fea no podía estar, pero algunos culebros decían que le ponían una bolsa familiar de sabritas en la chompa y hasta les sonreía.
La machorra, con el tiempo se volvió un buen amigo de todos, incluso entró a la escuela de enfermería para aprender a aplicar inyecciones y a curar heridas, así que muy pronto se ganó el cariño de todos, porque cuidaba de las viejitas, de los niños, de las parturientas, lo mejor de todo es que a nadie le cobraba un cinco por sus atenciones, y la marotona, se convirtió en el ángel de la guarda de los vecinos, naturalmente que nunca nadie la vio con suspicaces ojos, es más, todos decían que no tenía malos bigotes (jeje), pero que yo sepa, ninguna madre de familia, impidió que sus hijas se acercaran a ella, ni siquiera cuando se trataba de atenderlas en alguna enfermedad, en fin, eso de que las personas del tercer sexo son engendros del demonio, es una falacia inventada por algún bueno para nada que quiere darse a notar como un defensor de las sanas costumbres de las Buenas Conciencias. Ya dije.

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