Reconozco que la vida me ha puesto en una encrucijada terrible, o escribo lo que quiero, o me voy, como los otros, por el camino fácil, es decir, tomar dictado de los poderosos, pero de lo que estos quintacolumnistas no se han dado cuenta, es que ahora que pueden, deberían de exponer sus puntos de vista e incluso hasta sus juicios de valor, porque un día, que en el horizonte de nuestro país, se ve cada día más cercano, como lo indica el anuncio de los espejos retrovisores de los carros, la advertencia de qué lo que parece lejano, puede estar más cerca de lo que aparenta, es decir, el momento en que nos corten la lengua como a don Belisario.
No quiero ser catastrofista, de hecho, jamás me ha gustado anunciar eventos sombríos, nunca he sido ave agorera, si ya lo dijo antes que yo, el inefable poeta Góngora: “esa infame turba de nocturnas aves” que zopilotean a nuestra pauperizada nación, son capaces de cometer cualquier crimen para agenciarse no sólo nuestro dinero, sino hasta nuestras conciencias.
Ahora como si fuera un flashback de imágenes en sepia, me acaba de llegar el nefando día dos de julio en el que el PresidenChente tomó posesión del puesto, la gente le gritaba: “!NO NOS FALLES!” será acaso que en la memoria colectiva histórica se tenía guardado en los recónditos archivos permanentes lo que ya nos había pasado con los otros mandatarios, aunque esos, todos eran priistas, lo que es una absoluta verdad, que ni siquiera sus corifeos pueden negarlo, es que la runfla tricolor pasó a perjudicarle las agarraderas de la voluntad a los ciudadanos de a pie, y no que desee que regrese el PRI a Los Pinos, pero tampoco quiero que se quede el PAN, muchísimo menos el PRD que cada día está más enloquecido con su cínica izquierda cómoda a favor de pequeños grupos que se quieren trepar a la silla, y el Partido Verde, con sus yuniorcetes indejos, se comportan del mismo color que su nefasta cofradía de riquillos codiciosos.
No voy a decir nombres, si bastante tengo con las personas que me odian, pero es que de toda la parvada de burros con acceso a un teclado, casi no se salva ninguno, de los que ya sabemos sus trayectorias, por sabido lo callo, porque esos son intocables, al menos para mí, ya que por edad, saber y gobierno, todo cuanto digan, lo tomo no como dogmas, pero si con la buena fe de quien está seguro de que lo que expresa en sus comentarios públicos, es lo mejor para el país, o para nuestro estado o para el globero pueblo que tanto nos preocupa a todos los seres pensantes y decentes del solar.
Siempre he dado el beneficio de la duda, ante los enigmas de lo que se puede leer entre líneas, y conste, que no soy uno de esos que se sienten analistas, repitiendo lo mismo, un día sí y el otro también, tampoco navego con una bandera que no tengo y reconozco que no sé casi nada de los intríngulis de la política a la mexicana, lo que expreso con soltura es por mi franca preocupación de la avanzada descomposición espiritual de las llamadas “Fuerzas Vivas” y lo hago con el lenguaje llano del pueblo, naturalmente no quiero erigirme en vocero de nadie, si no soy tan pretencioso, pero es que el malestar es tan generalizado luego del mentado dos por ciento, que nos ha venido a partir la madre a todos los que trabajamos para tratar de seguir con el alma uncida al cuerpo y dadas las condiciones en las que se transita de la extrema pobreza a la decadencia económica, no se ve por donde podríamos salir del pantanoso estiércolero a tomar tantito aire para que no nos cargue, por fin, y de una vez por todas, la tía de las muchachas.
Ya sé lo que han de estar pensando, queridos lectores, que mejor debería de seguir escribiendo de los secretos de alcoba, de las nuevas ricas alzadas, de los íncubos de la cultura, de los maridos engañados, de las esposas compradas, de los parientes incómodos y de los yernos buenos para nada y claro que seguiré por esa misma línea. Me lo dijo el otro día mi amigo El Grillo Garza, que no me metiera en esos infiernitos, porque voy a salir chamuscado, y ya huele a quemado.
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