lunes, 14 de septiembre de 2009
Abuelita de la Tele Nacional
Verónica Castro, siendo lo que es, una mala actriz con carisma espiritual, poseedora de una de esas inteligencias silvestres que sirven más para capotear a los periodistas cocteleros, que para cincelar frases profundas o declaraciones rotundas, con el paso demoledor del implacable tiempo, se ha convertido en una caricatura de sí misma, hagan de cuenta queridos lectores, quedó como los monos de Carreño pero que por retruécanos de la atmósfera y alquimias diabólicas, cobraron vida para espanto de los seres comunes y corrientes.
Era hermosa y lo que le sigue, incluso hace 20 años, cuando apenas había llegado a los 40, se conservaba digna en su altiva belleza, pero no sé qué le pasó, tal vez alguien la aconsejó que se estirara la cara, que se pusiera aceite Sarita en los labios hasta que le quedaran como de molleja de pollo, y lo que antes eran un par de ojos malagueños que hechizaban con la pura mirada, ahora son dos tarántulas pegadas con engrudo negro de cien capas de rímel, ya ni el verde esmeralda de sus ojos es tan brillante como antes, son como esas desteñidas luces de neón de cantina de mala muerte.
Verónica debe tener mínimo sesenta años, si no es que un poco más, ya sé que las comparaciones son odiosas, pero es inevitable dados los casos de extrema hermosura que se han dado en nuestro país, María Félix jamás se vio así de fea a esa edad, claro que no tenía el rostro perfecto, que la maldita gravedad termina por hacer su trabajo y todo se cae, pero a los sesenta, La Doña era muy guapa y todavía caminaba con donaire, claro que le ayudaba muchísimo que era millonaria y pagaba caros tratamientos de moco de chango e injertos de placenta de ballena, lo raro de todo este caso de la ojiverde actriz que ni actúa nada, es que parece de esas viejitas dueñas de estética de barrio, que acabadas y todas jodidas, todavía se maquillan como el payaso Regalito, a ésta le falta poco para ser la abuela del cine nacional y en donde estés, muérete de envidia Sara García, que la chapis por lo menos tiene angelote y va a lucir muy chula en los envases de cartón del famoso chocolate.
Yo casi no veo tele, y no porque no quiera, es que no tengo tiempo de arreplanarme ante la pantalla, pero uno de esos días en que andaba de perezoso, pude ver una teleserie llamada: “Los Exitosos Pérez”, ya saben ustedes, son de esas comedias de situación a las que les falta el ingrediente indispensable del melodrama, pero que los gurús mediáticos de Televisa tan escasos de talento y nulos de sesera, los venden como si fueran telenovelas, si lo viera Ernesto Alonso, se volvería a morir girando en un tacón, porque todos estas ideas de programas sosos son de factura argentina y ya se sabe lo que se dice de los argentinos, que son más agradables que un coagulo y simpáticos como una patada en medio de los desos, y es en ese contexto ramplón en el que he visto a la sin par artista que es mejor animadora que cantante, actriz o bailarina, porque esos tres talentos no se le desarrollaron lo suficiente como para presumirlos urbi et orbi, aparece vestida como viejita de asilo, con chalecos muy raros de pieles y queriendo aparentar lo que ya no es, porque cuando se llega a los sesenta, ya no hay marcha atrás, se está a un paso de la funeraria Vázquez o de la sala de urgencias de la Cruz Roja, porque a estas que quieren seguir gozando de las mieles de la juventud, les da por hurgar en sus recuerdos buscando un poquito del elixir que se les perdió en esos ayeres que ya se fueron y nunca volverán.
Greta Garbo, una de las mejores actrices del séptimo arte, a la que nunca le dieron un Oscar para vergüenza de los mercanchifles de la academia, se retiró a los 36 años, ya que prefirió encerrarse en su casa, antes que hacer el ridículo, y eso que era hermosísima, sueca de ángulos suntuosos, de rostro serio casi imperturbable, como una de esas estatuas griegas, inconmovibles pero rabiosamente perfectas, sólo las verdaderas divas son así, recrean sus propias vidas al reinventarse un personaje.
Pobrecita Verónica, da mucha ternurita verla en su pésima actuación de Barbara Walters a la mexicana con voz de Rosa Salvaje pero con tipo de una de las rateras hermanitas Vivanco, sólo espero que su participación en la serie dure el menos tiempo posible, y le aconsejo que vaya con un buen cirujano plástico, yo no lo conozco personalmente, y no es mi amigo, aunque le profeso una gran admiración por su labor de embellecedor profesional, pero el Dr. Manuel Sanmiguel sin ser Dios, ha hecho milagros con varias conocidas mías, que de ser unas viejitas muy monas, les quitó 50 años de encima, ya luego yo las ayudé a tramitar su acta de nacimiento con un coyote de la oficialía que los certificados inscritos en piedra, los cambia por unos de papel cuché con marco gótico. Ya dije.
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