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jueves, 24 de septiembre de 2009

El tamaño si importa...


Total, quién les entiende, primero me dicen que soy encantador, luego me dan la puñalada artera, y es que según un sondeo realizado por mi tía Licha, de un universo estimado en cien lectores mitoteros, nadie termina de leer mi columna quesque porque está muy divertida pero demasiado larga.
Yo también me quedé así como ustedes “espichlez”, contra eso uno qué puede hacer, están igual que los políticos, primero te dicen mi alma para que les entregues el voto y ya que están encaramados en el poder, te la dejan caer con más impuestos. Lo raro es que yo suponía lo contrario, claro que no soy monedita de oro pa’caerle bien a todos, si ya se sabe que la vida va tan rápida, que la gente no tiene tiempo ni de vivir, mucho menos de leer, que se quedaban con ganas de más, por eso me hice el propósito de meterle levadura a las palabras, para que esponjaran y alcanzara para todos.
No que me haya deprimido, si hasta eso, yo tengo el alma “peinless” (para los que no dominan el idioma de cheikspier, significa “inmune al dolor”) porque tampoco soy soflamero, pero David mi director editorial y el contador Suárez, mi editor general, me pagan por agenciarle lectores al Líder Informativo y si no logro mi objetivo, no estoy cumpliendo con el compromiso contraído, además, un texto, cualquiera que sea, si no hay ojos para que lo lean, es letra muerta , lo único que me consuela, me da ánimo y reconforta, es que no hay más cera que la que arde, y de todo el mundillo periodístico paisano no hay ninguno capaz de entrarle al quite, a menos que hayan traído a alguien de fuera para quitarnos lectores a los dos o tres que escribimos con cierto decoro, a veces, en mi caso, con faltas de hortografía, sintasis y prozodia, pero eso lo veo tan lejano como que un día llegue García Márquez de visita al pueblo y todos los madrotos, las prófugas de la nocturna, los prostáticos y las nuevas ricas cocteleras, le rindan pleitesía aventándole pétalos amarillos a su paso. Creo que acabo de experimentar un dejavú.
Ya se lo comenté a mi editor en jefe inmediato, es decir a Jhiovani Raga que tiene nombre de aderezo gourmet italiano, pero de esos caros como de a cien dólares la onza, que le iba a bajar de 7 mil caracteres a 4 mil, porque con eso de que ustedes dejan la columna a la mitad, no tiene caso teclearle de más, aunque tengo mis dudas respecto al conteo de salida de mi tía Licha que siempre ha sido bien mula conmigo, y con tal de hacerme la mal obra la creo capaz de haber usado el antiguo método priista de embarazar las urnas, el carrusel, el mapachismo y revivir a los muertos, por esa razón, chiquillos y chiquillas presentes en esta Guillotina, ustedes son los que tienen la última palabra, si se les hace muy larga le mocho un pedazo, si se les hace muy corta, le agrego el pedazo que le quité, ahora, si el tamaño no les importa, y como quiera no la leen, entonces, hay un peligro inminente en mi camino periodístico, porque significa que estoy perdiendo la razón de ser de mi existir, ya sé que se oye muy melodramático, pero tengo que hacer panchos para retenerlos aquí y no se vayan con los de enfrente, aunque tengo que avisarles que allá no hay nada que valga la pena, aquí tenemos a la baraja más grande de los editorialistas locales, regionales, nacionales, internacionales y del planeta entero.... uuuuffffff hasta me cansé, lo que quiero explicarles es que no porque no me lean a mí, se tienen que ir a otro lado, y ya se sabe lo que dice de: elogio en boca propia es vituperio, pero de seguro eso lo inscribió en la lápida del tiempo algún idiota que se sintió inteligente y era egresado de la Chano Chavarría nocturna y cursó un doctorado en letras hispanas en la Universidad del Barrio Campus Reservas Territoriales.
Si no les importa, queridos lectores, me voy a retirar al aposento alto. No, no estoy triste, pero prefiero estar solo, ¡ah!, si algo me pasa por favor no se culpe a nadie de mi muerte periodística, díganle a mis parientes que regalen La Guillotina a la imprenta Lozano, y mis dos trajes, se los entreguen de regreso a mi tío Pomposo. Ya dije.

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