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lunes, 28 de septiembre de 2009

García Lorca en mis recuerdos


Hace muchos años, más de veinte, pero ya lo dijo el poeta, el tiempo no se cuenta, se vive, me tomó bajo su tutela, la directora teatral Lya Engel, esposa del connotado periodista e insigne español, Don Francisco Fe Álvarez. Yo, y que me perdonen los que toman el pulso a la presente columna, trabajaba en ese entonces para El Mañana, recuerdo que mi primera asignación fue cubrir la presentación de la cantante Tania Libertad en el recién remodelado teatro de la Ciudad, además tengo tan presente esa noche, porque mi queridísima amiga, a la que venero en un altar espiritual, se subió al escenario con los brazos en alto diciendo: “!Perdóname Tania! Yo no te conocía” y todos los presentes se quedaron con cara de: ¿Quién es la qué grita de esa manera? Y es que Lya hablaba como en radiodifusora, pues fue con esa vocecita estrepitosa con la que saludó a la cantora que en ese entonces no era sino una sencilla trovadora que cantaba en las peñas bajomunderas de la ciudad de México.
Esa fue buena época para el espectáculo en nuestro globero pueblo, ya que Lya se encargaba de todo en el teatro, era como una hormiguita que andaba parriba y pabajo desde que el sol amanecía, y aunque yo no hacía nada, andaba pegado a ella todo el día, pero como era la esposa del director asesor adlátere del periódico, siempre andaba en buen carro con chofer a su disposición (y a la mía), conste que nunca he sido encajoso ni abusivo, bueno, nada más cuando me conviene, pero a la judía polaca avecindada en una casona señorial en Tecamachalco, le caía en gracia que un huerco de mi edad tuviera tal desfachatez, pero no es que fuera igualado, sino que a mí me parecía de lo más natural hablarle de tú a una señora que me doblaba la edad, aunque intenté, sin éxito, hablarle así a otras que ni señoras eran, pero me taparon la entrada y todas las posibles salidas, para subrayar: “a mi dime Señora tal…” luego, andando el tiempo, acabé por enterarme de que las verdaderas señoras no eran las queridas de los poderosos, que esas tenían otro nombre, que por respeto a las damas lectoras, no lo voy a incluir en esta pudorosa columna.
Una mañana amanecí con la novedad de que se presentaría la compañía teatral de Nati Mistral con la puesta en escena de: “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca que, a mi no me consta, pero hay quienes aseguran que al poeta granadino, al loco pintor genial Salvador Dalí y a Luis Buñuel, multipremiado director de cine, que no es por desmitificar a nadie, les encantaba comerse los jotdogs con doble salchicha, como los Vikingos del Oxxo.
Emocionada me lo anunció: “voy a traer una obra difícil en taquilla, espero que la gente venga a verla” y yo, para tranquilizarla, le contesté que de seguro sería un exitazo, la verdad es que mientras le expresaba mi alentadora frase, para mis adentros, estaba convencido de que los paisanos no iban a ir en manadas ni aunque les regalaran los boletos.
Pergueñé un poema, ya ni me acuerdo como iba, y Lya, me dijo que lo iba a incluir en la publicidad, entonces, de repente, salí del anonimato vil en el que estaba, porque estando en la nómina con un magro sueldito, mi mejor pago era la compañía de la dramaturga judía, aunque tenía ciertos privilegios, ya que ella me invitaba a desayunar, comer y cenar con los artistas, igual estuve compartiendo mesa con doña Ofelia Guilmain, con Nati Mistral, con Tania Libertad, que con Don Rafael Solana, autor entre otras obras, de: “Debiera haber obispas”, todo ese episodio me vino a la memoria, porque César Iván, así, sin apellidos, según sus propias palabras: “es mi nombre artístico-pretencioso-notengonadaquéhacer” anunció en Twitter de cuyo microblogging soy su ferviente seguidor, que este lunes anterior, a las ocho y media de la noche se presentarían con “Cuerpo Presente” en homenaje a García Lorca, iba a poner póstumo pero estas gentes tan importantes en las vidas de sus admiradores no se mueren nunca, en el teatro Lucio Blanco de la casa de la Cultura. Espero que les haya ido como se lo merecen dadas sus ganas de triunfo en las artes escénicas. Un día iré a verlos para aplaudirlos, porque esta nueva generación de artistas locales tendrá muchos éxitos a nivel nacional. Ya dije.

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