Hace un año, David Dorantes Soriano, director editorial del Líder Informativo, me sugirió el regreso de esta columna, naturalmente que acepté de inmediato, aunque he de confesar que con ciertas reticencias y es que en esa época de mi casa hecha de palabras, había tenido ciertos tironeos por mi peculiar manera de redactar, claro que yo entiendo la postura de cada quien, pero nunca me ha parecido ético que un editor me corte una sola palabra de mis artículos y él me lo dijo de frente: “quiero columnas netamente sociales” y siendo como soy, un comentarista natural de lo que ocurre en el pueblo, no me iba a encapsular en un solo tema, aún así, acaté sus órdenes, pero ya se sabe lo que se dice que donde manda capitán…
No soy rencoroso, además el talento brilla en donde lo pongan, yo se lo confié a Martha Ibarra en una charla de oficina, mi columna es tan entretenida que aún pegada en los postes como los cartelones de la lucha libre o de los toros, la gente como quiera la va a leer, y ese pasaje aciago ya lo borré de mis archivos temporales, es más, ni siquiera lo tenía en la memoria, sólo que como yo guardo hasta los boletos del camión Mina-Joya, ahora que andaba hurgando en mis columnas anteriores, me topé con ese documento en el que mi ex editor me lo pedía con cara de censor romano, claro que él hacía su trabajo y yo el mío, así que cada quien tenía sus tareas fundamentales, por suerte yo sigo en el mismo sitio que he ocupado desde hace más de 20 años, además, como bien lo dice Don Juan, es a lo que aspiramos los escribidores: “ese es el rumbo inexorable de los seres dedicados al más codiciado de todos los oficios; el relator de epopeyas; creador de apólogos; cronista parabólico y túmido, de anécdotas y trucos de alcoba; bardo de gestas; narrador de hechos tachonados de integridad y relator de cosa impúdicas que afloran en los salones de aristos y selectos”.
Haciendo un recuento, tengo que avisarles a todos, que mi columna, poco a poco, como la humedad que no hace en Laredo, se fue colando en el gusto de esta nueva generación de lectores, de ello, me percaté cuando acudía diariamente a la sala de redacción en las estupendas instalaciones del periódico y es que la pléyade juvenil de Los Tindis y los Hojalateros, me veían como diciendo: “y este che viejito porque se siente con alma de huerco”, luego se darían cuenta de que el estilo radica precisamente en defender la identidad, tanto así, que andando el tiempo, se convertirían en los principales lectores de mis andanzas en los principales corrillos sociales de los eventos más importantes del globero pueblo y patriota solar fronterizo, así como yo también me instalé en el fan número uno de su estupendo trabajo en ambas publicaciones, que espero regresen muy pronto a la circulación que hacen mucha falta, si de por sí, este fangoso Laredo, se está ahogando en la ineptitud y la ineficacia de los encargados de impulsar la cultura, que por cierto, les prometo con la mano sobre mi laptop, un día comentaré la historia de un directivo que negreaba a unos artistas locales y el dinero que les tocaba para pagar sus buenos oficios de actores, se lo embolsaba el hijo de su chifosca, con tal descaro que es fecha que todavía no se los regresa.
Esta fue la primera columna que publiqué en mi regreso a estos afanes diarios, antes de finalizar la presente, quiero agradecer a todos los que lo han hecho posible que siga aquí, por supuesto a mi director general, Contador Pepe Suárez, a Dorina Lozano y Melisa Suárez por sus buenos oficios de mediadoras, a David Dorantes por su confianza en mi trabajo, a Juan José Ruvalcaba que me vino a buscar a mi casa para ofrecerme el puesto, a Vero Ibarra a la que al principio le estorbaba mi columna para realizar sus estupendos diseños como editora en jefe de Show, en fin a todos, gracias, y espero estar aquí por muchos años más. Ya dije.
El Ejecutor is back
Yo soy aquel, el mismo que, a finales del siglo pasado, fue objeto de estudios sociológicos en el Tec de Monterrey, precisamente en la cátedra de Comunicación de Masas de tan prestigiada institución, y es que, a los analistas de la conducta humana, respecto a las reacciones de las personas por mensajes emitidos en los “Mass Media”, les pareció sumamente extraño el éxito arrollador de una “anticolumna” social redactada por un “anticronista”, que en lugar de dedicarse a hermosear las notas con adjetivos, se especializó en embarrar de ignominia, oprobio y mierda, a cuanta persona se puso al alcance del amplio abanico moral de nuestra rutilante sociedad porteña.
Pero de eso, ya corrió agua abajo del puente, y dice Heráclito, el pensador griego, no crean que me refiero al Heráclito Bernal de los corridos cristeros, que nadie se baña en el mismo “river” dos veces, y el filósofo tiene toda la boca llena de razón, porque el tiempo ha transcurrido inexorable para todos, así que por obvias razones, algunos “clientes” habituales de mi columna, ya están empujando margaritas, y aunque dice Wilde, que los escándalos muertos no levantan ámpula, Irving Wallace asegura lo contrario, y yo, como soy muy respetuoso de los difuntos sagrados, prefiero citarlos nada más para matizar algunas historias de amores contrariados del presente.
Yo, como no soy El Ejecutor Fénix, no renazco de las cenizas, sino del aire, y no soy petulante al decir que no quiero ser, como describe Wilde a los mediocres que nunca se reponen de un éxito, así que, quiero dejar atrás esa etapa cerrada de los años que ya se fueron y anunciarles que este es El Ejecutor reloaded que regresa para hacer justicia a las suegras metiches, a los cornudos empresarios, a los padres abandonados por sus hijos, a los hijos abandonados por sus padres, a las hermanas pirujas que ya viejas se han enmendado, a los jotitos que se casaron para taparle el ojo al macho, a los rateros que lavando dinero ahora gozan de una buena reputación, a las arpías que en la decrepitud ahora se quieren refugiar en la religión para purificar su alma y curarse en salud.
El Ejecutor es una marca registrada en la oficina general de los derechos de autor desde hace veinte años, así que no tengo ningún temor de que alguien haya usado la idea para sobetearla en refriteadas columnas de chismes del espectáculo o de panfletos panegiristas -¡ah chinga! ni yo mismo me entendí- porque ya se sabe que no teniendo ideas propias, los escasos de sesera y nulos de talento, se firman lo que no escribieron o se apropian de lo que no les pertenece para presumir lo que nunca podrán tener ni yendo a las peregrinaciones al santuario guadalupano que regentea el Padre de Alba.
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