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jueves, 5 de febrero de 2009

El Muerto

Ya se que van a pensar que estoy bien loco de al tiro o que me inyecté mariguana, pero solamente de imaginarme la cara que ha de haber puesto el hombre que se casó con la horrenda hija de los señores ricos, cuando la perversa suegra, que aquí entre nos nunca lo tragó, le informó que “el negocito” que le habían prometido iban a ponerle para que mantuviera a su princesita, era una tiendita de abarrotes, casi casi me caigo de la risa que me ha dado.
Resulta que la niña rica, es una de esas dragoncitas, fea como la peste, tiene cuerpo de tentación pero cara de chekatumeil, además, cosa rara, los dientes son blancos como perlas pero su sonrisa es como de monja de clausura, de esas de colmillo frío que nada dicen de su felicidad interior, y eso que, su mamá es una señora mayor pero guapísima, que de seguro se duerme sentada en la periquera de su bisnieto porque siempre está peinada de salón como si le hubiera explotado el boiler.
Pero ni crean, queridos lectores, que la tiendita en cuestión, es como “La Estrellita del Sur” ubicada en la colonia Reservas Territoriales, que esa si está bien surtidita de hartos productos de la canasta básica, no, ésta es un tipo estanquillito, que tiene una ristras de sabritas, dos o tres bolsas de Barcel, cuatro paquetes de sopas maruchan, tres latas de tomate, seis chocolates Carlos quinto y una hielera de sodas del “eichibi”.
Claro que el joven galán puso cara de: “mi amor esta es la empresa con la que siempre soñé”, acto seguido, los esposos, en junta familiar, le contaron la refriteada historia del señor que llegó a Laredo muy joven, puso un puestecito de tacos y a la vuelta de unos años, amasó una gran fortuna vendiendo antojitos mexicanos a los turistas que traían en camiones amarillos desde puntos lejanos del valle de Texas, pero se cuidaron muy bien de ocultar que el próspero hombre de negocios tenía “uñas” amistades que lo proveyeron de dinero verde producto de transacciones nocturnas y viajes de idea y vuelta con cargamento sospechoso.
Los amigos del colegio no son como yo de discretos, ellos no; ellos se carcajean cada vez que mencionan la historia en sus carnes asadas que se tornan borracheras divertidas con el solo hecho de acordarse del titánico esfuerzo por ser medianamente feliz del candoroso joven que creyó en las promesas de los padres de la chica; claro que los padres de ella, pagan todas las cuentas de una casita chiquita donde “cantan las cigarras y se hace polvito el sol”, pero de eso, a gozar de las grandes cantidades que él pensaba le iban a dar por soportar la fealdad de “La Culpa” hay mucha diferencia, pero como él no era de gran abolengo y prosapia, tampoco es para sentirse defraudado, si vivía en una chocita peor que en la que nació la ampulosa señora que se siente la divina envuelta en crema de chocolate Lady Godiva sólo porque se codea con los miembros de la cofradía cultural del pueblo.
Naturalmente que el joven ambicioso espera que cuando se mueran los señores, su esposita del alma querida, se quede con la mitad de la fortuna de sus progenitores, porque eso si, a la chica la han consentido siempre y de seguro en esa impaciente espera, al hombre se le ha de hacer muy larga y angustiosa, pero según él, vale la pena aguantar todo con tal de convertirse en un empresario exitoso que todo mundo voltee a ver, pero ojala que no le ocurra como a la secretaria de 15 años que se casó con su patrón, un ancianito de 98, pensando que se iba a morir en dos o tres meses y el longevo millonario vivió la friolera de 60 años más, y ni le sumen, que les va a dar un total imposible de aguantar por un ser humano normal, es más, creo que no vivió tanto ni el bíblico Matusalén. Todo se paga y dicen que la codicia rompe el saco.

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