Ahora resulta que, después de que fui a cubrir el evento, y que nadie, ni siquiera, el encargado de turismo municipal, mucho menos otro medio de información del pueblo, tuvieron la decencia de viajar a Reynosa ni para hacer acto de presencia en Nuestra Belleza Tamaulipas 2007, y que no solamente traje la exclusividad de la nota de color para mi gustada columna, sino que además me codeé con los coordinadores estatales del certamen y fui un digno corresponsal del periódico Líder Informativo entre tantos reporteros desarrapaditos que asistieron a cubrir el famoso concurso que dicho sea de paso, después de la detención de Laura Zúñiga Huizar la ex reina de belleza sinaloense, se vio embarrado en mermelada de cajeta, Anahí, me dice que los viáticos de ese fatigoso periplo, los tiene contemplados como: “una deuda”, y si, queridos lectores, así me quedé como ustedes, con la boca abierta que se me cayó hasta el piso.
Ya se sabe lo que se dice del dinero, que sirve para lo que sirve, pero inevitablemente hay que cuadrar los números, eso lo entiendo perfectamente, sólo que en los caminos de la interacción humana, pervive un código de ética, que aunque no está escrito en la ley, es una regla general para poder coexistir en equilibrio con nuestro prójimo, el respeto al derecho ajeno, y en este caso en particular, al trabajo profesional que realicé, es la paz, además, hay maneras de decirlo y no me hago fuera de que también fue mi culpa por no haber preguntado al respecto de lo que se hacía al recibir las facturas de los prestadores de servicio, pero tampoco ni ella que es la responsable de contar los dineros, me subrayó que requería dichos documentos a la brevedad posible, lo único que si me acuerdo es que me encargó la foto copia enmicada del RFC: “porque es el único que tengo” nada más le faltó recomendarme, como mi amá cuando me mandaba a las tortillas: “ten cuidado con la feria no se te vaya a caer”.
En fin, ella hace su trabajo y yo hago el mío, lo que no me pareció correcto fue la actitud de retenerme el cheque de honorarios para que luego, Marthita Ibarra, le marcara a su oficina para solicitarme los papeles porque va a cerrar el año contable, considero que eso mismo, pudo haberlo hecho hace cuatro meses en que se llevó al cabo el concurso, y yo, que casi no me paro en las oficinas administrativas sino cada mes para firmar la nómina, ahora con mucha vergüenza por el pecado de omisión cometido, tendré que entrar sigiloso para cobrar mis sacrosantos emolumentos por mi sencillo trabajo periodístico.
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