Digan lo que digan los expertos meteorólogos de Miami, este tiempo de frío, se antoja pasarlo más bien con una cerveza bien helada que con un cafecito de olla, y es que la temporada invernal ha estado tibiezona, aunque los encargados del “nainuanuan” vernáculos, o sea los de protección civil como tienen que justificar sus sueldos, andan a las carreras recogiendo gente de las colonias de la periferia y alguno que otro amanecido afuera de El Torito, del Gusano o de la “Aquí me quedo” para llevárselos a las instalaciones habilitadas para darle hospedaje a los friolentos menesterosos.
Ya sé que en parte es para justificar sus sueldos, que no han de ser similares a lo que les pagan a los paramédicos del 911 de Laredo, Texas, pero en realidad el frío que ha hecho no es como para prender todos los focos amarillos de alerta ciudadana, si según mi apá no ha caído ni una helada tan fuerte como para que se sequen las plantitas de chiles piquines, y palabras más, palabras menos, mi progenitor asegura que: “este che frío me lo paso sentado en una barra de hielo”, aunque todos los que convivimos a diario con él, sabemos que de la tos le da el catarro y que el aire del sur, ese que aquí en nuestro rancho, se le llama “matachivas”, ya lo obligó a quedarse tirado en la cama por varios días, aunque él diga que está blindado contra las enfermedades y que se va a morir “tres días antes de que le dé su chinflada gana”.
Hoy amaneció un poco más frío pero tampoco es excesiva la escarcha invernal, con decirles, queridos lectores, que yo ni he sacado a orear mis finísimas chaquetas, mucho menos los guantes rusos que me trajo de regalo hace muchos años La Baronesa de La Madero, y eso que yo si soy muy friolento, que cualquier nortecito me eclipsa la cara y me enfría las manos, digo, tampoco, soy de andar en la calle, pero ahora con tantos eventos que hay en el pueblo se antoja estar en algunos lados, como ahora que viene la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música de la UNAM dirigida por el Maestro Sergio Cárdenas y aunque a mi me encantan las instalaciones del Centro Cultural Nuevo Laredo por cómodas, espaciosas y llenas de glamour, la verdad es que el chiflonazo de aire está peor que en el Rancho Las Tortillas, y en una de esas, que uno sale calientito del teatro o en “puro cuerpecito” como decía mi amá, pues existe el peligro de que se tuerza la boca como al chachalaco.
La presentación de esta fantástica orquesta es como una especie de celebración nacional por los 50 años de vida de esta institución musical a la cuál le dedicó gran parte de su tiempo y esfuerzo productivo, el Maestro Eduardo Mata Asiáin que aquí entre nos, es primo hermano de mi estimada amiga Norma Asiáin de Barberena, así que la distinguida esposa del Dr. Juan Barberena Cantú, viene de familias de artistas relevantes e inteligencias deslumbrantes como su también pariente consanguíneo Aurelio Asiáin que fue el secretario particular de toda la vida del poeta mexicano Octavio Paz.
Ojalá que dure el clima así de benigno hasta pasado el evento que tendrá lugar en el teatro principal del CCNL el jueves 24 de enero y lo mejor de todo es que es gratuito, así que voy a aprovechar para invitar a La Culta Dama y a “la Guónder Guóman” pero no les voy a decir que es de gorra, para que así, ellas inviten la cena o de perdida una copita de vino californiano, pero lo que no sé todavía es que si hay que hablar al teléfono 7175959 de la Dirección Municipal de Cultura para hacer reservaciones o pedir los boletos preferenciales, espero que Héctor Romero Lecanda no me vaya a mandar a Gayola.
Por cierto que ese mismo día habrá un coctelito de presentación por la apertura de la Exposición México: Mito, Muerte e Inmortalidad, evento al que si me mandaron invitación, gentileza que agradezco y dicha muestra viene del Museo Soumaya de la Fundación Carlos Slim con obras, entre otros, de Jorge González Camarena y Juan de Sáenz.
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