No quiero convertir mi columna en una extensión editorial de
la nota roja, aunque, en una sórdida época de mi azarosa existencia, algunos
parientes de sangre, o políticos, han sido los clientes favoritos de las
galerías de malandrines, ya ni me acordaré de esos momentos, que alguna vez
pedí de favor a una antigua amistad que no se publicara una fotografía, y claro,
ni caso me hizo, bien dice el dicho que para el que no le guste la sopa, que le
sirvan dos platos, pero esas historias escabrosas de mi familia, ya son agua
pasada, pues nada, que el domingo me desperté con la infausta noticia de la
muerte de Whitney Houston, portentosa cantante negra, cuya voz era un
instrumento musical que bordeaba la perfección, pocos lectores sabrán quien es
Aretha Franklin, bueno, este icono de la música afrocamericana fue su madrina
de bautizo, es decir, que no parecía otro su destino, que ser la gran estrella
que fue, dicen las malas lenguas, que se metía hasta el polvo de hornear, era
muy atascada, según, me han dicho, que este tipo de celebridades, consumen
cocteles de diversas píldoras además de la cocaína, no son de marihuanita
combinadas con cafiaspirinas, Whitney lo declaró en su oportunidad a la
periodista Diana Sawyer: "El crack es barato. Gano demasiado dinero para
fumar crack. Que quede claro. Yo no fumo crack. Es una mierda", pero los
que saben de drogas, me han dicho que la artista si fumaba crack, ya que, en su
apostura de ser y de estar, reflejaba precisamente su adicción a este tipo de
estupefacientes, no sé sabe, a qué se debió su debacle física y moral, unos,
los más chismosos, han asegurado que fue por su tormentosa relación con su
marido Bobby Brown, pero, eso lo dudo mucho, que nadie, está en manos de otro
para su fácil manipulación, digo, ni que fuera un mono de ventrílocuo, es
verdad, que hay algunas personas frágiles que se dejan dirigir la vida, por lo
visto, Whitney tenía una voz poderosa, pero un alma débil, lo cierto, es que su
drogadicción era muy pública, de pronto, como para ganarse unos dolaritos, o
tal vez, con la intención de que sus fans no la echaran al olvido, se aparecía
en programas de televisión, en alfombras rojas o en entregas de premios, y
lucía como una caricatura satírica, no digo que andrajosa, que siempre le daba
por vestirse bien, sin duda, era de las artistas más glamurosas del ambiente,
amén de guapa, sexy y llena de luces, no de balde, había nacido en cuna de
divas negras, se me había olvidado decirles que era sobrina de Dionne Warwik,
otra cantante emblemática de una época ida, a esta hora, los detectives de
Beverly Hills, han de estar en las pesquisas para esclarecer su muerte, para
nadie, ni siquiera para los más ingenuos, hay misterios insondables en las
causas de su deceso, los enfermos adictos, ya no digo a la sicodélica piedra,
sino a los cigarros simples y comunes, nunca se curan del todo, y ella había
tenido caídas, recaídas y curas momentáneas, si tuviera qué hacer una frase
para un noticiario de televisión, sería: “Su muerte ha conmocionado al mundo de
la música”, y lo antes dicho es tan real, que durante las siguientes horas
después de haberse conocido la noticia, por el internet circularon millones de
comentarios, se rompieron records de bajadas de canciones de Whitney, por
supuesto, la más asediada, como era de esperarse, fue el tema principal de la
película “El Guardaespaldas”, aquel churro que filmó al lado de Kevin Costner, “I
will always love you” que duró catorce semanas en los primeros lugares de todas
las listas importantes del mundo, en fin, que descanse en paz, hay personas que
se beben su vida a sorbos y esta cantante, se la bebió de un solo jilo, ya
muerta, han salido a la luz, detalles importantes de su personalidad, y es que,
la célebre cantante padecía del síndrome de Diógenes, que consiste, no en
coleccionar lámparas, sino en la costumbre de acumular la basura, triste fin
para una talentosa mujer que se dejó consumir por sus apetitos sensuales.
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