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domingo, 26 de febrero de 2012

Todos somos inmigrantes


El domingo, esperé pacientemente a que diera inicio la ceremonia de entrega de los Oscares, por supuesto, que no le doy más importancia de la debida, finalmente, los premios de la petulante academia, no trascienden más allá de un fugitivo instante en la pantalla de la televisión, siempre lo he dicho, el verdadero galardón para una obra de arte, es que, haya ojos que la observen, sin esa atención de los espectadores; una película, una pintura o un poema, son materia inerte, es la gama de sentimientos de quienes las disfrutan, los que las transforman en vivencias sobrecogedoras, yo estaba seguro de que Bichir no obtendría la estatuilla, pero no porque no la mereciera, al contrario, su actuación es muy real, es decir, no parece que está actuando, sino que lo está viviendo, Demián es uno de esos actores que se despojan de sí mismos, para permitir que su personaje se adueñe hasta de su modo de andar, dicen que los ojos son el espejo del alma, y si ustedes, amables lectores, se toman el tiempo de asomarse a la película “A better life” se llenarán de asombro ante el inmigrante mexicano que en las pausas de sus gestos y en la elocuencia de sus miradas, narra el miedo de vivir una vida que nunca le ha pertenecido del todo, y es que, a cada paso, en cualquier esquina, detrás de una ventana, desde el fondo de un carro, alguien lo podría delatar como un impostor que no merece estar pisando el suelo gringo, ese es el verdadero drama de Alejandro Galindo, que vive de prestado, que lo único suyo, es su hijo, un adolescente cabrón, que no se percata de la gran tragedia interior que padece su padre, no sé donde lo leí, pero tampoco me voy apropiar de la frase, si no soy Sealtiel Alatriste, “todos somos inmigrantes”, esa es la absoluta verdad, miren, por ejemplo, yo soy hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de nómadas, mis bisabuelos son negros haitianos, mis tatarabuelos tenían sus orígenes en distintos pueblos de México, y ellos, a su vez, provenían de diversas razas con rumbos separados del continente, en nuestro pauperizado país, ha existido un constante flujo de abandono de esta tierra, por muchas y variadas razones, pero la principal, es que se están muriendo de hambre, es un primitivo instinto de supervivencia lo que los impulsa a cruzar la frontera sin más destino que el abuso a su condición de jodidos por los huleros patrones que los esclavizan para engordar sus cuentas bancarias, y a pesar de ello, todos se dejan abusar porque no les queda de otra, el argumento de la película en la que se rescata la formidable actuación de Bichir, es el mismo de siempre, no hay cambios en el guión, no hay diálogos literarios, ni palabras deslumbrantes, ni siquiera está la muchacha chicha de la película gacha, no hay escenas sexuales, ni amorosos besos de un hombre a una mujer, todo se concentra en Alejandro Galindo que trabaja de jardinero para los ricos, en el denodado afán de un sueño campesino, que lo mueve a mejorar su condición de vida, pero sobre todo, el anhelo genuino de que su hijo procree una nueva generación que no viva de prestado en una tierra que si le pertenece, ya que, él si es nacido en Estados Unidos, en fin, Bichir no ganó el Oscar, pero llevó a su mamá a la alfombra roja, y ese gesto, de un hijo orgulloso de su jefecita, delata a un hombre de bien, por cierto, ellos, los Bichir Nájera son de origen libanés, avecindados en Torreón, Coahuila, perdónenme, ustedes, asiduos fans, que sin darme cuenta, me pasé toda la presente columna en pura cháchara inconsistente y no les conté acerca de los ganadores de los Oscares, pero mañana, si Dios quiere, les contaré de Michelle Williams, una portentosa actriz que interpretó a Marilyn Monroe y estuvo nominada pero no ganó el Oscar, solamente les digo, que su actuación es tan magistral que es como si la sexy estrella se hubiese levantado a vivir. 

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