Yo escribo mal, no sé usar correctamente los signos de
puntuación, confundo la gimnasia con la magnesia y tengo cultura de almanaque,
pero jamás de los jamases me he apropiado de un texto ajeno para firmarlo con
mi nombre, además, aunque lo firmara, si alguien me diera un galardón, por ese
poema, novela o epigrama, no serían para mí los lauros, sino para el verdadero
autor, así que, las sonrisas por los aplausos y los “gracias por estar aquí” serían
tan falsos que durante el evento también tendrían que otorgarme un premio especial
como el mejor actor de la ceremonia, la verdad, es que, nunca he entendido como
alguien pueda atreverse a robarse las ideas de otros, bien dicen que lo que natura
non da no te lo empresta ni Salamanca, ni la UNAM, aunque tengas un puesto de
medio pelo o de terciopelo, bueno, pues a Sealtiel Alatriste, quien tiene un
nombre propio tan eufónico que es ideal para las marquesinas, le acaba de
ocurrir una verdadera catástrofe, resulta que el club de la mano amiga, le
acaba de echar a perder la fiesta por su premio Xavier Villaurrutia, ya que,
los ninfos de la cultura, esos que eran mariposillas de la poderosa luz de
Octavio Paz, sacaron a relucir unos párrafos de don Sealtiel en algunas de sus
obras más celebradas, y con gran asombro, se percataron de que eran igualitas a
otras que muchos años antes habían aparecido publicadas en otros libros, no
digo, no, que sea bueno andar de robatero, como decía mi sobrino Fernandito
cuando era niño, pero si nomás se rateó unas cuantas líneas, tampoco es tanto
el pecado, lo raro, es que, los autores de dichas ideas no han reclamado al presunto
ladrón, supongo que ni cuenta se han dado, y ni se darán, lo que no está bien,
y es mi único reproche a Sealtiel, es que, pudo haberse robado textos íntegros
de Jorge Luis Borges, pero en lugar de elegir a uno de los grandes, se conformó
con un escritor de bajos fondos, si ya estaba entrado en el robo, pues que le
costaba agenciarse frases rotundas del argentino como aquella de: “No nos une
el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto” en franca referencia
a su Buenos Aires, fíjense, queridos lectores, lo que hacía este escritor, si
leía una frase de Pancho Pérez que le gustaba y cuadraba en su novela, pues le
daba copy paste, o sea, la copiaba y la pegaba, pero ya pegada en su cuartilla,
le cambiaba una palabra por otra, por ejemplo, si decía: “Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero, Para el amigo sincero, Que me da su mano franca. Y para
el cruel que me arranca El corazón con que vivo, Cardo ni ortiga cultivo, cultivo
una rosa blanca”., pues le cambiaba y en lugar de rosa blanca era un apasionado
clavel y ni en Junio ni en Enero, le ponía Julio, Febrero o Marzo, y al amigo
cruel hijo de la chingada, no le cultivaba una rosa blanca, lo agarraba a
patadas, ni modo, a lo hecho, pecho, Sealtiel ya renunció a su coordinación de
cultura en nuestra máxima casa de estudios, y los envidiosos enemigos del
autor, han de estar muy contentos con su villanía, repartiéndose entre ellos;
las becas, los sueldos ejecutivos, los viáticos y los premios del Conaculta, cuya
directora, la señora Saizar, pariente de los cantantes vernáculos del mismo
apellido, ha de estar regodeándose en el año de Hidalgo, para consuelo de don
Sealtiel, tampoco sus detractores son los escritores que el mundo esperaba, por
esa razón, publican en una revista sus ensayos, sus artículos, sus poemas,
porque sus creaciones no son tan chingonas para publicar un librote de hartas
páginas, pero Jorge Luis Borges, lo dice mejor que yo: “Dicen que la lengua
francesa es tan perfecta que no necesita escritores. A la inversa, dicen que el
castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita
producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes.” Y ninguno de ellos,
son de tan alta envergadura como los monstruos de nuestra literatura, esos que
escriben con todo el idioma, y si, acaso, las palabras no existen, las inventan,
estos pobres viudos le siguen llorando a Paz y ninguno de ellos se le compara.
Ya dije.
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