miércoles, 22 de febrero de 2012
De gordos y tragones...
Conste
que no estoy criticando a los gorditos, si yo siempre he sido un regordeto en
potencia, de hecho, al ser hijo de un panadero, me estaba dado por herencia
cotidiana, que me convirtiera en un desbordante obeso con panza de perro
milpero, gracias a Dios, a san Juditas y a dietas precautorias, soy muy
delgado, pero no por haberle hecho caso a la publicidad oficial del gobierno
panista, que se dedicó a decirnos a todos los mexicanos durante una cruzada
nacional, que estábamos muy gordos, que le bajáramos a los tacos y a las garnachas,
por lo visto, las que no escucharon esos consejos fueron las preciosas hijitas
de Josefina Vázquez Mota, que todas están muy pasaditas de peso, digo, están
muy chulas, son como muñequitas de porcelana, pero imagínense si doña Chepina
gana la presidencia, si así tiene a sus hijas, ha de ser buen augurio de
prosperidad, ya que, de seguro, todos nos vamos poner bien repuestitos,
chapeados y de panza brillosa, porque digan lo que digan los demás, los gordos
son felices así como son, y aunque les amarren las tripas con grapas y les
pongan candados en sus boquitas, conforme a esa operación, seguramente
adelgazarán 100 kilos, pero a la vuelta de unos años, volverán a ser gorditos
dichosos, y es que, no por nada, la gula está considerada como un pecado
capital, tanto como la lujuria, aunque, yo le daría unos puntos extras a las
ganas de comer que de escoger, porque los alimentos también se comen con los
ojos, mi mejor amigo de muchos años, es un gordo de 150 kilos, es más fácil brincarlo
que sacarle la vuelta, y él ha hecho de todo por ser flaco, pero sus malditas
ganas de comer compulsivamente y sin control, lo han vuelto a poner gordote,
claro que vivirá menos años que los demás, pero eso sí, con la panza bien llena
y el corazón contento, mis antojos son muy simples, a veces, muero de ganas por
un lonche de El Popo o de los taquitos dorados del Gordo de la Obregón, y me
doy el gusto, no siempre, que la panza nunca tiene llenadero y mi estómago está
muy acostumbrado a quedarse con hambre, no por faquir, ni por espiritual, que
mis ayunos no son para acercarme a Dios si él vive en mi corazón sin tener qué hacer
ninguna penitencia, sino porque a mi edad ya no digiero las grasas, así que, me
prohíbo comer de más, no crean, asiduos fans, que lo hago por guardar la línea
o por seguir conservando mi gallardía y apostura, que mi guapura no la perderé ni
de viejito, que esa herencia me la dejaron las razas distintas de las que
provengo, sino por salud, a ustedes, más que a nadie les consta, que mis parientes
todos, son diabéticos, y la única forma de evitarlo, o de aplazarlo, es dejar
de comer en exceso lo que me pueda perjudicar, si no me lo toman a mal, les
daré un consejo, no tomen tanta coca cola y beban más agua natural, pero dejaré
ese gordo lío en el que me metí para avisarles que hoy será la ceremonia de la
entrega de los Oscares, ái búsquenle el canal de su preferencia, lo único malo
de esta fiesta de galardones a lo mejor de la industria cinematográfica , es que,
les ha dado por premiar hasta al peluquero, y aunque no ha perdido su prestigio
en el ámbito internacional, como que no es lo mismo que hace muchos años,
antes, si una película ganaba el Oscar, las filas a las salas exhibidoras eran kilométricas,
ahora no, lo que quiere decir que han perdido credibilidad entre el público,
ojalá que Demián Bichir gane en su postulación al mejor actor del año, aunque
es muy difícil, pero los milagros todavía existen, yo prendí una veladora para
su triunfo, la verdad es que se lo merece, lo que es un hecho, es que le
lloverán contratos para codearse con las grandes estrellas jolivudense, y si no
es en esta ocasión, estoy seguro que en la siguiente nominación se llevará una
estatuilla a su casa, la película no vale la pena, si no por la actuación de
Bichir, que por una sola escena que a mí me hizo llorar, bien valdría que le
dieran un Oscar
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