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viernes, 23 de diciembre de 2011

Silvia Tomasa Rivera


Silvia Tomasa Rivera nació en El Higo, Veracruz, de ella tengo noticia desde hace varios años, soy asiduo lector de poesía, entre tanto, siendo una de las elegidas por las musas, me siento en la imperiosa obligación de asomarme a sus párrafos construidos con palabras que seducen y aturden, hace unos días, don Juan Simón Pérez Ávila, la citó en su Plus Ultra, de una manera tan rotunda, respecto al amor tardío de una casta mujer por un hombre casado, en esa historia, que no sé, si es invención y alegoría, o el decano le dio asilo y amparo a la confesión de una doncella ilusionada, con el fulgor de sus muchas palabras, el connotado periodista paisano, se decanta por una espléndida estrofa, bien escogidita, me refiero a la estrofa, no a la poetisa ni a la muchacha enamorada, de Silvia Tomasa, hay un manojito de poemas que me gustan, y hoy que es día de la Natividad del Señor, me gustaría compartir un retazo con ustedes, queridísimos lectores, por supuesto que, primero tengo que hacer notar, mi profunda gratitud por su grata compañía durante este año, que no ha sido el mejor de todos, sin embargo, ya lo dijo antes que yo, el Vate nayarita, el fulgurante Amado Nervo, nuestro Buen Dios no nos prometió sólo noches buenas y en cambio nos dio unas santamente serenas, así que, por todos esos momentos; unos tristes, otros alegres, buena salud, trabajo decente, sueños compartidos y soles y lunas llenas, estrellas titilantes y vientos frescos, amaneceres llenos de aleteos y atardeceres pintados en el horizonte, ya sé, que a veces, sólo a veces, soy muy cursi, y eso, en un hombre, no se observa del todo bien, lo bueno que, esa no es mi cotidiana forma de ser, que siempre soy mal hablado, muy cabrón, socarrón, me burlo de todo, de todos, hasta de mi propia persona, y soy proclive a mentar la madre con más facilidad que la de rezar el Padre Nuestro, tampoco soy cómplice de oreja ni amigo de pendejos, no me agradan las personas confianzudas, ni los perros lambehuevos, me encanta dormir tarde, levantarme a la hora que se me hinchan las ganas, pero qué les puedo decir a ustedes, asiduos fans, si me conocen muy bien, en estos casi cuatro años de permanencia voluntaria en esta página tres de la sección Show, han podido reconocer mis múltiples errores y mis contadas virtudes, ojalá, que este 2012, que, aunque dicen los viejitos sabios, que años pares, años de males, nos vaya mejor a todos, que sea una época de paz y bienestar, que tanto nos la merecemos, y que si uno de estos masiosares que andan detrás del hueso presidencial queda empoderado del trono sexenal, que se ponga la mano en el corazón y no nos vaya peor que en este mandato panista de doce años, que a muchos nos ha parecido un siglo turbulento en ríos revueltos en donde han ganado pocos y hemos perdido todos, quiero confiarles, que a pesar de todo, yo, este que viste y calza, un hombre sencillo de donde crecen los huizaches, los nogales y una que otra palma, tengo fe en el Todopoderoso y confianza en santa María de Guadalupe de que cambiará nuestro destino colectivo nacional, hay noches en las que me levanta un gran pesar, y reflexiono, y medito, y angustiado me sobresalto, pero me aferro a la esperanza, y sueño despierto que muy pronto volveremos a vivir en santa paz, en fin, deseo de todo corazón que esta celebración jubilosa del nacimiento del niño Dios, nos ayude a darle un énfasis de entusiasmo y de optimismo a los días que en el futuro están por venir, enseguida, para cerrar con listón rojo en un moño para regalo, un extracto de un poema de Silvia Tomasa Rivera, a quien, don Juan de todas mis admiraciones, me ayudó a recordar su nítida existencia. Helo aquí: “Porque no tengo necesidad de hablar estoy callada. Suena triste pero es más verdad que el silencio. Anoche hablé hasta que me dolió la comisura de los labios. Pero anoche era un tigre. Ahora soy aquella, la hija del hombre: sin mañana/ sin semilla/ sin voz. Sólo una idea perdida entre la ropa sucia”.

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