Me asomé dos minutos a la ceremonia de los Oscares y por más que me esforcé para ver con simpatía a la guapa Anne Hathaway y al estupendo actor James Franco, nomás no pude, ella es una de esas actricitas regulares, a quien le han dado buenos papeles, pero que no ha destacado más allá de su belleza, a mí se me figura, una de esas niñas bobaliconas, a las que les da miedo crecer, como a los hijitos de papi, que siguen siendo huercos caguengues, pese a que ya tienen ojeras de piruja desvelada y panzas de perros milperos, si me pidieran, --que nadie me lo ha pedido--, compararla con alguna artista mexicana, la podría comparar con Lucero, que siendo lo que es, una señora cuarentona, todavía habla como niña fresa de secundaria, dizque para cuidar la imagen, lo que a estas artistas, se les olvida, que ya andan por ahí, las muchachitas veinteañeras que son las nuevas protagonistas de la telenovelas, y estas maduras, guapas, pero ya mayorcitas, no les queda otra alternativa, que aceptar los papeles de las mamás, las abuelitas o las nanas, la mera verdad es que, a Anne se le vio forzadona en su actuación, como esas malas cómicas, que se quieren pasar de graciosas, y al percatarse de que nadie se carcajea de sus chistes, echan la mirada matona al público con ganas de correrlos a todos por su escaso sentido del humor ante su deslumbrante capacidad para arrancar sonrisas con su buen talante, el que de plano, estuvo pésimo, fue James Franco, si Anne se sobreactuó, él parecía desentendido de la ceremonia, como si nunca hubiera ido, lo que es peor, como si estuviera en la sala de su casa viéndola en la tele, con sus amigotes comiendo pizzas y cervezas bien frías, francamente nunca entendí el concepto del evento, aunque debo ser sincero, jamás me han gustado las entregas de esos premios, porque los miembros de la academia, son paleros a sueldo de las grandes casas productoras de Jolivud, así que, ni modo, que sean galardones obtenidos a base de excelsitud histriónica, son como esos concursos de periodismo organizados por el gobierno, ni modo que se los den a los periodistas hocicones que les dicen sus verdades, se los otorgan a los lambiscones, aunque escriban con las patas, y a los muy sumisos, hasta les regalan becas de estudios al extranjero o prebendas a sus parientes cercanos, en fin, que eso por sabido se calla y por callado se olvida.
Yo pude ver la cuenta de Twitter de James Franco y les puedo asegurar, que a nivel personal tuvo mejor cobertura a través de la red social, que lo que se vio en la tele, subió fotos de todo tipo, desde los ensayos y en plena transmisión del evento en el teatro Kodak, sus seguidores pudimos ver imágenes abrazando a su abuelita, que de tan encorvadita que está, por poco y se echa la maroma, pero eso sí, en su mirada de ternerita da ternurita, también se tomó fotos con la archimillonaria comunicadora negra Oprah Winfrey y con muchos artistas presentes en la ceremonia que una vez más se realizó con más pena que gloria, de los ganadores ni hablo, todo es lo mismo de siempre, González Iñarritu que digan lo que digan los demás, a mí, no me gusta su estilo, claro que soy el menos indicado para fungir como crítico de cine, pero siendo que ya cualquiera se las da de gran erudito respecto al tema, pues tampoco me voy a quedar callado, en fin, que el domingo, vi el final de Teresa y dos minutos de los Oscares, además de pistearme cinco caguamas nalgonas bien muertas, dos pizzas de esas baratitas de la pizzería que está en Soriana Carrizo, cuatro bolsas de chicharrón, dos elotes desgranados de los de Ángeles que son los mejores de todo el globero pueblo y que los vende en la plaza Miada (antes Libertad), así que fue un día redondo, de esos que valen la pena de disfrutar en familia, lo mejor de todo, es que como hacía mucho calor, pues las cervecitas me cayeron muy bien, no cabe duda, que algo bueno debo haber hecho en esta repapalotera vida, para que Dios me otorgue estos regalos inmerecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario