Hoy es el día mundial del riñón, y yo, que he vivido de cerca, los padeceres de mi hermanita Ana Lilia, doy testimonio y certifico, que en el Seguro Social de Nuevo Laredo y en la clínica 25 de Monterrey, Nuevo León, le han prodigado las mejores atenciones, tanto así, que a un año, de su trasplante, mi querida carnalita está mejor que nunca, y es que ella, desde niñita, sufrió de diabetes tipo dos, es decir, la que requiere de insulina inyectada, por tanto, pues sus órganos sufrieron daños irreversibles, gracias a Dios y a la generosidad de mi hermano Víctor Manuel, quien le regaló uno de sus dos riñones, ahora está gozando de cabal salud.
Una de las promesas que hice a Dios y a La Guadalupana, cuando Ana estaba casi en agonía, fue en el sentido de que haría promoción para que las personas en general se dieran cuenta, de que al donar un riñón podrían salvar vidas, como en el caso de mi hermanita, que ahora está entre nosotros, por la Gracia de Dios, pero también por toda la colaboración de los médicos del Seguro Social, especialmente por el Dr. Saúl Sandoval Guerra y por el Dr. Casanova de la clínica 25 de Monterrey. Hace un año escribí respecto al trasplante exitoso de Ana, y ahora, con gran júbilo, hago este emotivo recuerdo, repitiendo la parte final de esa columna… a todos los que nos ayudaron en aquel momento, les agradezco desde el fondo de mi alma y elevo una fervorosa plegaria, para que los enfermos que están en lista de espera, reciban pronto su riñón, Dios es Grande y proveerá los recursos para que así sea, confíen, crean, oren. Así sea.
Ana albergaba la secreta esperanza de que Dios cumpliría su palabra empeñada, había días en que no se podía ni levantar de la cama, y es que, sus constantes lavados de sangre eran un verdadero viacrucis, ya que la máquina de diálisis a la cual la tenían que conectar, le otorgaba vida al mismo tiempo que le quitaba las ganas de vivir, un día, amaneció desgastada como bagazo de sí misma, y me dijo: “Fernando, se me hace que no la hago para ir a la terapia, me siento muy mal” y yo, que soy optimista por naturaleza, la alenté diciéndole: “nadie se muere en la víspera, además le haces falta a mucha gente, no seas egoísta y piensa un poco en ellos, sin ti, podrán seguir latiendo en el corazón del planeta pero sin alma que los sustente; tú eres su guía y su fuerza, su refugio de penas y su regazo de ternuras”, más tarde, le volvió el color a su carita, en sus ojos había una chispa entusiasmada y se fue a la diálisis, regresó agotada, pero con la idea fija de que tenía motivos poderosos para no dejarse vencer por el desaliento.
El anuncio anhelado llegó la semana pasada en el que le informaban que su intervención sería el viernes 26 de febrero, estando allá, a punto de entrar a la plancha, le dijeron que siempre no, porque acababa de llegar un riñón para otro paciente inscrito en la agónica lista de espera, y regresó ensimismada, el sábado le dieron lo que parecía la fecha definitiva y este lunes primero de marzo, la intervinieron exitosamente, eso fue en la tarde, al amanecer, el regalo de su hermano Víctor, empezó a dar muestras de buen funcionamiento, ya se sabe que las ineludibles escatologías son impronunciables, pero el hecho de que el órgano hiciera su trabajo purificador, resultó un verdadero encuentro con la dicha de entender, de una vez por todas, que estaba salvada, tengo que confesarles, queridos lectores, aunque suene a herejía, que ni siquiera la multiplicación de los peces y de los panes, ni cuando Lázaro se levantó a vivir, ni el momento en que de su divino manto fluyó poder para curar a la mujer con flujo de sangre, fue tan impactante para mí, como al enterarme de que Dios, ése que no falla nunca, el mismo cuyo unigénito hijo murió en la cruz, por fin, había realizado el milagro.
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