Frida y Diego al portador

Yo no sé mucho de pintura, así que no me voy a referir a Diego Rivera y Frida Kahlo como artistas plásticos, sino como a los personajes que dieron de qué hablar en una convulsionada época de nuestro país. De la bigotona se sabe casi todo, lo que comía, que música escuchaba, sus inclinaciones bisexuales y de su afición a las drogas y al alcohol. De Diego su genio y e ingenio para forjar una vida mentirosa llena de contrastes, en donde el muralista mexicano confeccionó su mejor obra, es decir, sus propios avatares entre tanto argüende político, social, cultural y gastronómico.
Ambos me parecen notables, por supuesto que no soy fan de ninguno de ellos, a Frida la odio porque le sirvió de pretexto a Salma Hayek para realizar una película en la que según esto la nominaron para el Oscar como la mejor actriz, y que me perdonen, pero entonces también deberían de darle uno a Carmelita Salinas que como persona merece todos mis respetos, sólo que siempre sale en los mismo papeles de señora gorda, corriente y naca, en cualquiera de los casos, nada más expone su propia personalidad y la recrea.
Diego con todo y su bipolaridad siempre me ha otorgado la impresión de que si no hubiera nacido, Walt Disney lo habría inventado, conste que no me estoy burlando del genial gordo, que tenía sus dotes histriónicas para sostener los hilos de su personaje, un día, dicen, no me consta, que todavía no me daba por haber nacido, declaró que comía carne humana, claro que provocó un revuelo en los medios impresos y corrieron ríos de tinta sobre el asunto, por supuesto que no era verdad, pero siendo ave de las tempestades como El Matador Lorenzo Garza, era especialista en inventarse esos mitos, mitotes y metates con tal de salir en los periódicos, hagan de cuenta como Marcelo Ebrard, que hasta donde se sabe están a punto de nombrarlo reina de la comunidad lésbico gay por todo el apoyo que han recibido de este pro hombre de los derechos humanos de los homosexuales.
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez y Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón se casaron el 21 de agosto de 1929. Su relación consistió en amor, aventuras con otras personas, vínculo creativo y odio recíproco. Él tenía cuerpo de tinaco y ella era un colibrí. Frida, debido a sus lesiones, nunca pudo tener hijos, aunque me lo tomen a mal, queridos lectores, gracias a san Apapucio El Grande que no tuvieron prole, sino imagínense como hubieran salido, con cara de sapo y cejas de gusano quemador, en fin, después de muchos problemas la pareja se divorció en 1939, en realidad tuvieron reiteradas separaciones, bueno, pues ahora volvieron a reunirse en el billete de 500 pesos, ya que el Banco de México puso en circulación el nuevo billete que tendrá una emisión de 700 millones de piezas, al respecto, Manuel Galán Medina, director general de emisión del banco central, dijo: “Es la primera vez que tenemos pintores”.
Frida y Diego, Diego y Frida, ambos controversiales y geniales, figuras de una época ya ida, pero que siguen estando vigentes con tal fuerza que es innegable su trascendencia en nuestro país, lo único malo es que como soy más pobre que una rata va a ser harto difícil que tenga en mis manos un billete de 500 varos, igual, si ahorro un poco, si le echo dos pesos de cada cheque al cochinito, -y no me refiero a Carstens- antes de que finalice el año tendré uno en mi poder para ponerlo en un marquito y recordar este aciago año de 2010 en que, en medio de un duelo nacional, los masiosares chómpiras están echando las campanas al vuelo sin ningún asomo de piedad por tantas tragedias como las que están ocurriendo en nuestro México al que en su juramento a la bandera, mi añorado profesor Santo Guzmán Treviño, me hizo amar desde niño, aún resuenan sus palabras en mis oídos: “Bandera de México, legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestro padres y nuestros hermanos, te prometemos ser siempre fieles, a los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra patria la nación independiente humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”.