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jueves, 2 de septiembre de 2010

Castro Mata pu...

Fidel Castro siempre ha sido un “mata pu…”, es de esos machos latinos que odian a los homosexuales como si en ellos se reflejara parte de su propia personalidad, pero en una reciente entrevista concedida a La Jornada, declaró enfático que fueron momentos de una gran injusticia, ya sé que, es imposible que el viejo barbas de chivo lea esta columna, pero yo no le creo nada de su arrepentimiento y es que a todos los que les encantaba batir chocolate con los codos o que caminaban como si trajeran quebrada la cadera, o sea, más meneados que Thalía, los refundía en los campos de trabajos forzados para que se les quitaran las “malas mañas”, y es que en su afán por erigirse en un Dios tropical bananero jediondo a tabaco, aseguraba que las labores propias de un campesino los podría transformar en machitos calados como tantos prietos “jineteros” que pululan en la isla, lo raro es que no diga nada de esos hombres que se venden al mejor postor por una pastilla de jabón de olor o por una cajetilla de cigarros a los turistas extranjeros, que para nadie es un secreto que Cuba es el país que más visitantes recibe al año para gozar de las delicias sexuales, por supuesto que también las mujeres se venden por racimos, pero eso ha sido desde siempre, incluso bajo la égida de Batista, claro que yo todavía no había nacido, pero está escrito en los anales de la historia que esas tierras guantanameras, eran, por decirlo de una manera que no ofenda a nadie, el prostíbulo a donde los americanos iban a buscar diversión en las amplias caderas ondulantes de la caribeñas, aunque francamente no creo que a nadie haya molestado la venta de la carne apetitosa de las mujeronas, si de dichas ganancias han vivido a lo largo de los años y de varias generaciones.
"Sí, fueron momentos de una gran injusticia, ¡una gran injusticia!, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros... Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios", afirmó el viejo mustio que ahora ya parece un bagazo de sí mismo como una caricatura de papel maché pegada con engrudo, sin embargo en la charla sostenida con la revista La Jornada, se le olvidó decir que, en esa infame etapa de la isla que gobierna tiránicamente, aseguraba que: "Nuestra sociedad no puede dar cabida a esa degeneración", en una declaración absurda digna de un sátrapa monstruoso al que le historia habrá de condenar por los siglos de los siglos, lo peor es que la homosexualidad era tema recurrente en sus amanerados discursos a la turba cubana, y las palabras dichas por un todopoderoso, en las conciencias alienadas de sus vasallos, pueden llegar a convertirse en decretos absolutos, así que por muchos años, los ciudadanos denunciansaban a los que les parecía que tenían esas inclinaciones para que el estado totalitario los persiguiera y pusiera a buen recaudo con el afán vengativo de que no contaminaran a las nuevas generaciones de misérrimos cubanos.
Pero eso no fue todo, también se permitió especular con por qué hay gays: "Yo no soy científico, pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Estoy seguro de que independientemente de cualquier teoría, hay mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema. Pero todos son parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el pitusa".
La Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA por sus siglas en inglés), asegura que, al menos en este momento, en la isla no están perseguidas legalmente las relaciones entre hombres o entre mujeres, aunque eso no evite una cierta discriminación social, producto de tantos años de discriminación del dictador y sus gobernados muertos de hambre, en fin, gracias a la virgencita de la Caridad del cobre, ahora la situación es distinta, otros son los tiempos que corren y Castro, al que le faltan pocos días para rendirle cuentas al Creador, se ha arrepentido de sus villanías, espero que no sea demasiado tarde para que su castigo con el fuego eterno, sea, por lo menos, con leña de pirul que no sirve para arder nomás para hacer llorar. Ya dije.

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