Queridos lectores, van a decir que estoy loco, y a lo mejor si, pero fíjense que el otro día, después de haber superado un tormentón en mi horizonte familiar, me senté cómodamente a ver una película, que mi sobrina Mariana, una de las críticas de cine más parcas que he conocido en mi vida, me recomendó con un: “está buena” y confiando en el buen gusto de una niña de doce años, me dispuse a disfrutar de la cinta que, ya de por si, no auguraba nada bueno, siendo el origen de la productora, la casa creadora de “mikimaus”, pero haciendo caso omiso de mis escrúpulos intelectuales y de eso, que algunos llaman conciencia del buen gusto y otros, los más estirados, el criterio rasero de los estándares de calidad que indican los factores artísticos del filme, así que sin pasar antes por el tamiz de mi extenso bagaje cultural y mi rango educativo superior, la inclinación superflua de ver esa cinta, me serví una porción extra mega gigante de palomitas con doble mantequilla como para engordar a un marrano en vísperas de la navidad y me dispuse a disfrutar de “Un chihuahueño en Beverly Hills”.
La película de seguro nunca va a ganar un Oscar pero les prometo que es divertidísima y aunque la trama es de lo más estúpido, los diálogos son insulsos, las actuaciones, pésimas, la música de ambientación es naca, la salva, el genio y el ingenio de Walt Disney “corporeishon”, vean ustedes y juzguen, la protagonista es más linda que Hillary Duff, más fashion que Paris Hilton, más sofisticada que Jennifer López, mejor actriz que Salma Hayeck, aunque no es mucho mérito, ya que hasta mi perra Labrador maneja de manera más sobresaliente las pausas que la preciosa veracruzana, se llama Chloe es rubia platinada de enormes ojos negros que se asoman a través de una espesa lluvia de pestañas y es una mexicana contemporánea y universal.
Chloe es tan Diva como mi pariente Lupita Tovar la única estrella de los años mudos del cine que es inmortal y tan elegante como Dolores del Río, eso si, menos pretenciosa que La Doña pero mejor actriz que ella, ya que los primeros planos, son casi encima de su cara, y no parpadea ni hace mutis.
La blanca perrita Chihuahueña de nombre Chloe Winthrop Ashe es la consentida mascota de Jamie Lee Curtis (Viv) Por desgracia Viv debe salir a un viaje importante, así que la deja al cuidado de su sobrina Rachel (Piper Perabo). Como era de esperarse ella no tiene los mismos cuidados y mimos. Además es irresponsable porque se va de viaje a México con unas amigas y se lleva a la perrita.
Por irse de fiesta con unos muchachos Rachel deja a Chloe solita en el cuarto el hotel, pero como ésta va a buscarla se pierde. Lo malo es que la capturan y se la llevan a un lugar donde hacen peleas entre perros. Ahí debe enfrentar a un feroz doberman. Imagínense, una pequeña e indefensa perrita chihuahueña contra un doberman.
Por fortuna en el momento preciso la salva un pastor alemán llamado “Delgado”, que sabe la manera de sobrevivir en la calle. Además está dispuesto a ayudarla a que regrese a su casa, a pesar de la enorme distancia que deben recorrer. Lo que ignoran es que el malvado Vázquez (José María Yazpik) vio que Chloe llevaba un valioso collar de diamantes, por lo que intuye que su dueña es rica y poderosa, así que está dispuesto a todo por secuestrarla y pedir una jugosa recompensa.
Por su parte, Rachel, la sobrina despistada, recorre México para buscarla, acompañada por el jardinero Sam Cortés (Manolo Cardona) y su perrito “Papi” que se enamoró de Chloe y hará lo que sea con tal de salvarla, incluso arriesgar su propia vida. Ellos deben encontrarla antes de que Viv la amorosa dueña, regrese a su casa. Al mismo tiempo Chloe aprenderá el valor de la amistad y la importancia de conocer sus orígenes.
Ya lo dije en líneas anteriores, tal vez no sea la mejor película del año, pero es muy divertida y vale la pena asomarse a una cinta en la que los ingredientes principales son los valores morales universales como la amistad, el amor y la solidaridad existencial.
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