Quiero agradecerles, queridos lectores, las invitaciones que me han extendido para asistir a diversos festejos, claro que humanamente me resulta imposible acudir a todos, que no tengo el don de la ubicuidad, pero tengo que confesar que me provoca harto placer que la gente nice del pueblo, me incluya en su lista de requerimientos oficiales para celebrar por cualquier motivo; igual un bautizo, que una boda o hasta la inauguración de un puente dental.
La verdad es que me llenó de asombro una invitación más que otra, pero esta que les voy a transcribir a continuación, es inaudita y merece una columna completa, porque es cierto que en antaño, las mujeres aguantaban todo a sus maridos, una porque esa ha sido la costumbre desde siempre: “las esposas como la escopeta; cargadas y en un rincón” algunos, los más abusivos, las agarran a madrazos (que no es mala palabra sino el apellido de un político) tres veces al día, incluso, los integrantes del Club de Tobi, en las despedidas de solteros, el primer consejo que le dan al futuro desposado, es: “Tú cuando llegues a tu casa bien Pedro, antes de que la vieja te reclame o te diga algo, dale una maraquiza, y ya en el suelo la agarras a patadas, tú no sabes ni porque le estás pegando, pero ella si”.
Esta es la carta invitación:
“Sr. Ejecutor: Un grupo de amigas queremos invitarlo a que participe de nuestra dicha al celebrar el décimo quinto aniversario de la Asociación de Divorciadas Alegres de Nuevo Laredo. Sabemos que usted es un hombre muy ocupado pero nos agradaría contar con su amable presencia en… (aquí va el domicilio).
Le avisamos de antemano que en dicha reunión tendrá muchas historias a su disposición para que cuente en su gustada columna. Por favor, no nos vaya a desairar ya que somos un grupo de mujeres felices gracias a que nos liberamos del yugo matrimonial y queremos que escuche nuestros testimonios, para que una a una, cuente las historias conyugales que hemos tenido que padecer por culpa de malos maridos.
Nuestro grupo no tiene ayuda profesional de ningún tipo, aunque algunas de nosotras nos hemos percatado de que a raíz de nuestro matrimonio y en su desarrollo, adquirimos manías, síndromes y adicciones. Esperamos verlo en esta reunión. Un saludo de ADA (por sus siglas en español: Asociación de Divorciadas Alegres).
No digo que sea lo aconsejable, pero a veces, sólo a veces, si no hay más remedio, pues la separación es lo mejor para la pareja, sobre todo para que las aguas se calmen y que los hijos no crezcan en un ambiente adverso, perverso y maléfico.
Yo me acuerdo de la historia de una amiga que fue de las primeritas divorciadas del pueblo, y a mi me consta que era muy atacada en todos lados, hasta las amigas de infancia le dejaron de hablar porque como ya no la podían invitar a las reuniones de señoras bien casadas, es decir, a las fiestas de cumpleaños, a las piñatas, a las celebraciones de aniversarios de bodas y así, entonces se fue quedando apestada y arrumbada en un rincón como la muñeca fea.
Por ello, esta invitación sui generis a una reunión de tan importante asociación, me parece interesante, además de que me voy a proveer de chismes frescos, también voy a enriquecerme de temas para mi libro de estudio antropológico social en el que voy a abundar en este segmento de mujeres divorciadas a las que voy a analizar con la ayuda de profesionales especialistas en el tema.
Si Dios no dispone otra cosa, claro que acepto la invitación con la condición de que me permitan llevar una cámara de fotos para documentar este encuentro de ADA y un servidor, porque me encantaría publicarlas en mi libro que de seguro será un best seller en Laredo y ranchos circunvecinos. Un beso a todas las integrantes de este dichoso grupo.
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