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martes, 9 de diciembre de 2008

El Trenecito

El siguiente relato, parece arrancado de una película de Pedro Almodovar, y es que, por su alto nivel actoral, por los ingredientes afrodisiacos, por los personajes inodados, por la enorme capacidad logística que tuvieron para formarse todos en filita y hacer El Trenecito famoso que ha traspasado fronteras y ha sobrevivido en el tiempo, este sexy pasaje en la vida popular de nuestra frontera, debería de formar parte de la antología de eventos sobresalientes que, con motivo de nuestro aniversario de fundación número 160, están confeccionando los adalides de la cultura local.
Naturalmente que ninguno de los participantes en dicho jueguito ha aceptado públicamente su participación, pero precisamente por ello, porque nadie ha dicho esta boca es mía, y las caderas también, se ha mantenido el mórbido gozo de conocer la historia, además, el que escucha y quien lo cuenta, le quita o le pone a su gusto, y eso es lo más divertido del cuento, que “asegún” la imaginación de las personas, El Trenecito se enriquece con detalles más interesantes que lo que ocurrió en realidad.
Yo conozco una de las versiones más vulgares de la sobeteada historia, y es que, me la contó, el que iba en la parte de hasta atrás de El Trenecito, así que tenía la mejor posición para poder observar todo cuanto ocurría en cada tramo, y dice que había unos que hacían chapuza, porque abrían la boca de más o que a la hora de que les tocaba a ellos a mero adelante, se hacían locos y no se soltaban de la fila para no perderse nada del placer que estaban recibiendo.
Como dijo Crystal, esto no está nada claro, y es que como es una historia muy sabida en el pueblo, a veces se me olvida que tengo lectores de nueva generación, okei, ustedes perdonen y voy de nuevo con la historia: resulta que estando en un antro muy de moda en esa época, y conforme pasaron las horas, se fue quedando casi solo el lugar, es decir, nada más el encargado, algunos de sus compadres y amigos muy íntimos, pues a uno de ellos, que andaba bien “Pedro” que de repente se le truena la reversa, y los otros, ya entrados en gastos, al fin habían estado pavimentando caminos sexuales, pues que se les hace fácil y empiezan a jugar a la botella de prendas, si eso no hubiera estado nada malo, pero como eran puros machines, ahí empezó el desmadre, total que para no hacerles el cuento largo, al chico rato, todos y “todas”, se quedaron en traje de Adán, ya sé que suena muy cursi pero no quería desaprovechar la oportunidad de incluir la frase que siempre me ha gustado como se lee en las crónicas de la nota roja.
Eso si, para que es más que la verdad, los participantes de El Trenecito, se aseguraron de cerrar las puertas por dentro y correr al Vela, también a los meseros, nada más dejaron a un bar tender, porque al dueño del local le gustaba como le batía con los codos la piña colada, y además alguien tenía que encargarse de las provisiones alcohólicas para los presentes, y como ya andaban todos en “baluns”, pues lo que siguió fue que en una vorágine de sexo, placer y gritos, se dieron hasta con la cubeta, claro que eso duró toda la noche, parte del día y como a eso de las tres de la tarde, en que poco a poco se fueron despertando los involucrados en dicha historia, se dieron cuenta que habían hecho de las suyas en los cuerpecitos de sus compadres nalgones.
Dicen que a partir de esa noche, se formó el club de El Trenecito Thomas, ese tierno e inocente dibujo animado que pasa en Discovery Kids, que a diferencia de estos chicos del grupo, él si da mensajes con moraleja para los niños, pero a pesar de que no está bien visto lo que hicieron, los susodichos, aunque ellos no quieran, ya forman parte de la historia contemporánea del pueblo, y ese orgullo nadie se los podrá quitar. Ya dije.

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