Gracias a Dios es viernes y no sé ni porqué lo digo, ya que no soy empleado “checa tarjeta”, para alegrarme por el advenimiento del fin de semana, pero como cualquier día es bueno para ser agradecido con nuestro Señor y como la costumbre se ha convertido en ritual, así que, en una genuflexión completa, expreso mi gratitud al Altísimo por permitirme ver un día más la luz del sol.
Lamento desilusionar a muchos de mis asiduos lectores, pero me declaro ferviente católico y conste que no lo digo nada más para ganarme indulgencias plenarias que tampoco estoy tan urgido de llegar al más allá, si yo estoy muy a gusto en el más pa’cá, además, tengo noticias del poeta Octavio Paz, en el sentido de que: “el cielo está cerrado y el infierno vacío” y como deseo estar en el paraíso al lado de los buenos, he estado rezando coronillas a la Divina Misericordia para ser convidado a la recepción que le están organizando a nuestro nuevo obispo Su Eminencia Monseñor Gustavo Rodríguez Vega este próximo 19 de noviembre.
Yo como quiera, aunque no sea requerido para la gran fiesta del 19, es decir, la de los altos jerarcas, prelados, autoridades eclesiales y demás contingentes, estaré desfilando en la calle para agitar la banderita de mi ganadería con la cual saludaré a nuestro Obispo Regio que es un regio representante de Dios, ya me puse de acuerdo con varias comadres y unos amigos laicos para irnos todos vestidos de blanco como si fuéramos a llevar flores a la virgen.
Nuestro pueblo además de patriota y globero, es muy católico, y yo me inscribo en el número uno de la lista, pero además de mi sencilla persona, bueno, la verdad es que nunca he sido muy sencillito que tampoco soy Franciscano, hay mucha gente que está afiliada a distintos cónclaves espirituales, otros a clubes, a asociaciones, a fraternidades, a cofradías o a inocuos grupitos.
En Laredo existen una serie casi interminable, que van desde los Caballeros de Colón al Ropero de Santa Clara, pasando por las Madres Adoratrices y siguiendo por la orden de las Josefinas que son las hermanas enfermeras que atienden en el Hospital San José y otras de mayor o menor rango pero cada una tiene un ministerio diferente en ayuda al prójimo.
En la quietud de la noche, los tamborazos de los matachines, que ensayan a media cuadra de mi casa, ya están anunciando las peregrinaciones guadalupanas y es verdad que todavía falta mucho tiempo para el doce de diciembre, pero como nuestro pueblo es Mariano (devoto a María) y no hay tantos grupos de bailarines, yo conozco de toda la vida, el ballet, no sé si así se diga, perdón por mi ignorancia que a veces es muy atrevida, de Juan Antonio Parra vecino de toda la vida, que danza desde hace muchos años, y una vez más, he comprobado que somos unos fronterizos muy violentos pero harto católicos.
Pero como en todas partes se cuecen habas, dicen que hay un padre que no es muy espiritual y que visita las casas Non Sanctas, que además tiene novia o que anda en esas de arrejuntarse con una mujer preciosa que hasta parece artista, claro que yo no creo en esos chismes de sacristía porque están confeccionados con la misma mano que mece el incensario o a menos que alguien me lo demuestre con pruebas irrefutables.
Cuando vi las imágenes a las que se referían del padre impúdico, casi me da el patatús y el patatrás, bueno con decirles, queridos lectores, que casi les echo todo el agua de garrafones de Sierra Pura que llevé a bendecir en la misa de gallo del sábado de Gloria al devedé y al cidí para exorcizarlos, pero luego, doña Asunción a la que de cariño le decimos “Chuncho”, me aclaró que se trataba de la película de Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón: “El Crimen del padre Amaro” que gracias a san Santiago de Gobernación estuvo vetada y al saber que lo que me habían contado del sacerdote no era una historia local sino de una premiada película mexicana, mi alma lanzó un suspiro de paz y quietud.
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