jooble.com

martes, 9 de diciembre de 2008

Thanksgiving

Thanksgiving es una tradición gringa que hemos adoptado como propia desde hace muchos años y que me perdonen los exaltados chovinistas que se desgarran las vestiduras para defender nuestras supuestas acendradas costumbres mexicanas, como si todos los demás, no supiéramos que Nuevo Laredo es una ciudad joven que ha tomado prestados los santos, sus fiestas y hasta fechas a conmemorar como si fueran locales.
Desde huerco he celebrado esta festividad estadounidense, y de eso hace muchos años, me acuerdo que a mi amá le encantaba rellenar el pavo con hierbas, manzanas, duraznos y cacachuates, eso era nada más para cocinarlo a fuego lento en un hornito de bóveda fabricado con ladrillos pegados con barro, y para esa ocasión, también amasaba unos panes de máiz –así les decía ella- y yo, que siempre he sido el “liquid paper” de la familia, la corregía para que le colocara el acento en donde tenía que ir, pero como buena norteña; mandona y generala, me replicaba que así le decía su abuelita y así le iba a decir ella, y el dichoso pan, se trataba de una masa espesa hecha con una harina americana que ponía a coser en un sartén “acerito”, además ese panqué era de ritual y magia, porque sus manos de sabrosura, eran como de artesana alquimista, ya que de una sencilla mezcla brotaban milagros gastronómicos que nunca he vuelto a probar en mesa alguna.
Thanksgiving es una fecha especial para mi, porque me remonta en el tiempo a una época de olores, de sabores, de encanto y prodigio, ahora, claro, toda la familia nos juntamos para celebrar ese día y nos la pasamos muy bien, porque cada quien lleva un platillo para compartir, además las recetas de mamá siguen intactas, tanto del guajolote, del relleno, como del sabroso pan, porque las enseñó a mis hermanas que son muy buenas para la cocina y, de seguro, las fórmulas van a pasar de generación en generación hasta que su recuerdo nos acompañe.
Ya sé que los cronistas neolaredenses de patriota corazón mexicano han de haber dado declaraciones a los diversos medios difusores de información en el sentido de que el “Día de Dar Gracias” es una costumbre anglosajona, etc, etc y etcétera, pero de tan sobadas, ya nadie les hace caso a sus recomendaciones localistas, que: “no son de propiedad intelectual de Nuevo Laredo, que deberíamos de desterrarlas, porque su propagación podrían alienarlos de celebraciones extranjeroides y que de a poco podríamos perder nuestra identidad nacionalista”.
Por malicioso, a veces, sólo a veces, he llegado a pensar que dicen eso nada más para aprovechar sus cinco minutos de reflectores de fama, pero que en realidad, llegando a su casa, comen pavo con toda su familia, y si así fuera, no tendría nada de afrentoso, ya que no es desdoro para ellos, por qué ni que su reputación intelectual dependiera de sus costumbres culinarias o de levantar la copa para brindar por la dicha, la salud y el bienestar de los suyos.
Thanksgiving, por lo menos en mi familia, es una forma de acercarnos, de tener otro pretexto para arrejuntarnos y abrazarnos, de comer sabroso con la atmósfera recreada de buenos deseos, es además, el preludio de los días santos de la navidad, de sostener la esperanza de que al año siguiente podremos volver a compartir el pan y la sal.
Queridos lectores, espero que este jueves pasado, ustedes y sus familias se hayan reunido para celebrar la ocasión de estar juntos, la comida es lo de menos, a lo mejor si no les gusta el pavo, por reseco o por ampuloso, cenaron cualquier otra cosa, además, no hay que olvidar, que los que ya se fueron, no son vacíos de ausencia, que de verdad están sentados a nuestra mesa, y que en esa algarabía grupal, en el alborozo de los niños, en las serpentinas de sus risas, en las miradas hondas de las mujeres o en los ojos recios de los hombres, nuestros difuntos sagrados, están ahí, asomándose por una ventanita sideral del tiempo detenido en el sortilegio festivo del thanksgiving.

No hay comentarios: