martes, 21 de abril de 2015
Nuevo Laredo panista sumido en la anarquía
Nuestras gloriosas fuerzas armadas no fueron creadas para la persecución de criminales ni de alta, ni de baja peligrosidad, que nadie confunda la gimnasia con la magnesia, eso de sacar los soldados a las calles, fue una idea absurda de don Felipe Calderón, la realidad, es que, el ejército no tiene facultades para hacer labor de investigación criminal, solo que al panista se le desbarraron las ideas y consintió que los sorchos se encargaran de la vigilancia de las calles para proteger y servir a los ciudadanos, cuando su principal labor es la de conformar filas para estar atentos a una posible invasión de masiosares a nuestro territorio nacional, es decir, sirven para lo que sirven, no para lo que se le antoje al putativo comandante supremo, los soldados patrullando en las calles, otorgan la impresión de que uno está en zona de guerra, así de fácil, no es una buena señal para nadie, esa es la verdad neta, y todo empezó porque los órganos policiacos se descompusieron a tal grado de putrefacción que ya no se sabía quienes eran los bandidos y quienes los policías, en realidad, ambos bandos se unieron para chingarnos a todos, dicen que los dichos de los viejitos son evangelios chiquitos, y hay uno que dice que no hay mal que dure cien años ni pendejos que lo resistan, en el caso particular de Nuevo Laredo, ha sido una películas de horror y espanto, ya que, los malosos, no conformes con secuestrar a nuestras familias, corromper a nuestros jóvenes e inscrustarnos a los ciudadanos todos en el paroxismo de la paranoia, además de mantenernos como rehenes para lograr sus aviesos propósitos de robarnos la calma y perturbarnos el sueño, lograron que nuestros gobernantes se hicieran de la vista gorda ante la vorágine de violencia que nos arrastraba a un abismo de sangre, del que más tengo memoria es de Ramón Garza Barrios, que de delegado de tránsito ascendió a diputado y luego a alcalde, este hombre que en esencia es un agente aduanal habilitado a político, se le hacia fácil todo, era como un personaje de una película de Quentin Tarantino, que veía como pasaban los bandidos disparándose en plena avenida Guerrero y cuando lo entrevistaban los periodistas de la capital, en especial me acuerdo de una charla con Denisse Maerker para Atándo Cabos de Radio Fórmula, en la que, Ramón, por poco me convence de que Nuevo Laredo era Villa Quieta y que aquí no pasaba nada, y ahora, con Canturosas, sucede exactamente lo mismo, él vive como en una burbuja evanescente de cristal, lo mundano no lo toca, sus Goebels de pacotilla que tienen maestrías en macramé, han repetido hasta la saciedad que Carlos es el mejor alcalde de México, pero mientras dicen esa pendejada gigantesca, los bandidos tienen tomada la ciudad y siguen aterrorizando a los ciudadanos decentes con sus bravocunadas, eso que ahora está haciendo, Carlos el panista converso, es lo mismo que hicieron todos los anteriores alcaldes y lo que a la postre le costaría al PRI perder el control de Nuevo Laredo, gracias a ese descontento generalizado, sobre todo porque los presidentes municipales priistas declaraban lo mismo que CCR: "aquí no pasa nada" y en realidad pasaba todo, pero dicen que todo cae por su propio peso, que los mentirosos no pueden sostener su mentira por mucho tiempo, y es que, se hacen bolas con sus explicaciones largas, detalladas y absurdas, por eso, no tarda mucho tiempo en saberse todo lo que hemos padecido en Nuevo Laredo, en los trienios anteriores en que se recrudeció la violencia en la region, cuando hubo tantos muertos, levantados y amenazados, y en esta administración azul en la que Carlos y sus amigos han intentado tapar el sol con un dedo, ya que, según ellos y los encargados de Comunicación Social, en nuestra comarca no pasa nada, que aquí todo es tranquilidad y sosiego, que es cierto que hay balaceras pero nada fuera de lo normal, que son escaramuzas que no pasan a mayores, pero esos que ahora han sido capaces de ocultar valiosa información para que las autoridades federales no se dieran cuenta de la magnitud de lo que hemos padecido, y seguimos padeciendo, algún día, cuando todo esto termine, se arrepentirán de su cobardía. Ya dije
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