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martes, 21 de abril de 2015

Ferias del libro a la mexicana


Las ferias del libro en nuestro país son muy charras y folclóricas, amén de aburridas, llegan hombres y mujeres de algún lugar indeterminado de nuestra hermosa República mexicana para acampar en la plaza más céntrica de la ciudad sede y colocan sus alteros de libros en mesas largas a la espera de posibles clientes de sus maravillosos títulos que no son otra cosa que los mentados bestsellers o los libracos inútiles de autores mundialmente desconocidos, pero los que si no pueden faltar son los de superación personal que según estadísticas recopiladas en una investigación de campo realizada por uno de esos intelectuales burócratas con cara de fastidio, son los que más se venden, y yo digo, de verdad, estas fiestas de la intelectualidá pueblerina, servirán para algo, o sea, claro que sirven para que los baquetones empleados de Tovar y de Teresa se pongan a chambear para desquitar su sueldo, pero me refiero a que si son útiles para el fomento a la lectura, yo, de verdad, lo dudo mucho, los que quieren leer, leen, es decir, a las personas que les gusta asomarse a los libros, los van a buscar a cualquier sitio, incluso, a las bibliotecas que ya son lugares impropios para la lectura, y es que, mientras todo el mundo se ha modernizado en relación a la red planetaria de tráfico de datos e información, estos museos del libro impreso huelen a viejo y podrido, y es que, en lugar de tener computadoras portátiles para prestar a los parroquianos, todavía tienen cientos de libros de hojas amarillentas con el peligro de que al usuario que lo esté hojeando le aparezca una araña patona o un alacrán de cabeza yucateca, en realidad, el fomento a la lectura debe empezar desde el hogar y proseguir en las aulas, lamentablemente eso es muy tan difícil que suceda como imposible que ocurra que de un día para otro, un pueblo ignorante se vuelva culto, yo, en lugar de andar gastando dinero en ferias del libro, empezaría a regalar laptops o tabletas para que los interesados en asomarse a los libros tuvieran una herramienta útil que los ayude a cumplir su cometido, pero como todos estos programas educativos son una farsa en la que todos quieren ganar y llevar agua a sus molinos, así seguirán las ferias por muchos sexenios más, y supuestamente, los principales impulsores son los políticos que no leen ni las cabezas de ocho columnas de los diarios, no sé, a lo mejor me equivoco y Miguel Ángel Mancera si lee y nomás estoy de hocicón, y es que el jefe de gobierno del DF acaba de inaugurar la XXXVI feria internacional del libro en el palacio de Minería en un evento de esos muy caros con vino y bocadillos, según, que esta es la feria más antigua de México con 91 años de existencia, no asistí porque fue muy temprano por la mañana y no quiero cometer un pecado capital en pleno inicio de la cuaresma, lo bueno, es que va a estar abierto al público todo el día y en uno de esos momentos me daré una vuelta para asomarme a algunos de los libros que ahí se exhiben, por cierto, tengo que informarles que hoy miércoles a partir de la cuatro de la tarde hora de México, empieza el año nuevo chino, y será gobernado bajo el influjo de la cabra, y es que, estos chinos con su cultura milenaria, por eso son tantos miles de millones en su territorio y diseminados por el mundo hay otros muchos millones de Chinitos, y es que, ellos tienen miles de años dándose amor unos a otros y por ende se han multiplicado como si fueran los panes y los peces, en esta columna ya no puedo comentarles el sermón que dicto nuestro lonchero espiritual Su Eminencia Don Norberto Rivera Cabrera durante el ritual litúrgico de la imposición de la ceniza para que a ninguno de nosotros se nos olvide que somos simples mortales que solo estamos de pasadita en esta vida, pero les prometo que mañana se los transcribo completo y les doy mi opinión al respecto. 

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