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martes, 21 de abril de 2015

Mi abuelo Pancho Alonso y el Padre Lozano


Polvo eres y en polvo te convertirás, con esa sentencia que suena a una aterradora amenaza, empieza la cuaresma, de niños, mamá, nos llevaba a tomar ceniza a la iglesia de Guadalupe, realmente no tengo presente la cara del sacerdote, pero tengo un persistente recuerdo de un tufillo a whisky amanecido, y es que, el padre diabla, como se le conocía en el barrio, era como Juan Charrasqueado, borracho, parrandero y jugador, y dicen, eso a mi no me consta, que tenía tratos hasta con la mafia, y no, no me malinterprete creo lectores, no estoy hablando mal del popular padre neolaredense, si a él tampoco le importaba que sus feligreses se dieran cuenta del tipo de vida que llevaba, además, dice la santa mística que nada de lo humano nos es ajeno, además, no lo estoy criticando, a mí, siempre me pareció un tipo bonachón y simpático; el peculiar bebedor social que te hacía la vida más llevadera en cualquier lugar, en el que te lo toparas, en tiempos, de mi abuelo Pancho Alonso Valdivia, el sacerdote de moda, era el padre lozano, un santón al que los mochos de la época lo treparon a los altares fronterizos antes de que muriera, y es verdad, don Enrique hizo muchas obras pías en favor de los más necesitados; de las viudas, de los huérfanos y de los enfermos, pero mamá, me contaba que era muy elitista, siendo que en aquellos años en Laredo nadie era rico de verdad, es decir si tenían sus negocitos, pero así que uno dijera, son muy adinerados, pues no, en aquel tiempo las familias acomodadas vivían en lo que ahora se conoce como el centro histórico de la ciudad, título chabacano, cursi y mentiroso de los arquitectos de media cuchara de Nuevo Laredo, por supuesto, que todos los integrantes de la élite social, eran amigos o patronos del padre Lozano, y lo ayudaban con su gran obra social, que hasta la fecha nadie ha podido igualar, ahora, los padres son muy huevones quieren estarencerrados en la iglesia rezando por la paz mundial pero sin tener contacto con los problemas de sus parroquias, siendo que ese es uno sus principales trabajos, acercarse a la gente para ayudarlas en lo que puedan, no, no digo, que los mantengan pero sí que se interesen por su comunidad espiritual, no que estos pastores católicos, dejan sueltas a sus ovejas a merced de los lobos que andan en las calles, todo este comentario, ha sido a propósito del miércoles de ceniza y hurgando entre los recuerdos que me dejó mamá, y es que ella me comentó que mi abuelo Pancho murió un miércoles de ceniza y como el patriarca de los Alonso tenía dos fruterías grandes en el centro, asistía a misa en la parroquia del Santo niño de Atocha cuyo sacerdote era precisamente el padre Don Enrique Tomás Lozano, Al que, generoso, don Pancho le entregaba fruta para que les diera de comer a sus pelones que así se les conocía a los niños huérfanos que protegía, ese día de su muerte, mi abuelo, le mando llamar al padre Lozano, siendo su confesor y su guía espiritual, Don Pancho quería ser asistido por el sacerdote, mi abuela Elena acudió a la iglesia del Santo Niño para solicitarle su presencia en la sencilla casa donde agonizaba su esposo en olor de santidad, a quien el padre Lozano, el mismo que desde su exilio en Laredo, Texas, les enviaba dinero a través de La Liga de la Defensa Religiosa a Los Cristeros para auspiciar la guerra en la que los católicos mataban en nombre de Dios, se negó por hallarse ocupado en otros menesteres, mi abuelo regresó al cielo sin viaticos espirituales, pero a mi ese hecho se me quedó muy grabado, que los príncipes de la iglesia son muy convencieros, que les interesa quedar bien con los ricos y los poderosos, pero no les importa la gentita del pueblo, y de mi abuelo Pancho, aprendí ese dicho que me dejó como un legado... "Pobre del pobre que al cielo no va; lo chingan aquí y lo chingan allá". Polvo eres...

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