Nunca digas nunca, sin embargo, ustedes que son los mejores jueces de lo que escribo, saben que jamás hablo bien de alguien que no lo merezca, tal vez por ello, jamás he escrito linduras de ningún político, claro que no soy especialista del tema, pero me parece que los encargados de analizar la política vernácula se deshacen en elogios a los inminentes vencedores de la contienda en ciernes y no hacen propuesta alguna para canalizar los justos clamores de la ciudadanía que esa y no otra, es su verdadera labor como intermediarios de los que administran los bienes que nos pertenecen a todos, sólo que ellos lo hacen al revés, es decir se convierten en voceros de los poderosos, lo que ocurre es algo tan simple como peligroso, es más fácil lanzar ditirambos que cuestionamientos, no los culpo, tal vez no han logrado la empatía con sus lectores que se asoman a sus sesudas reflexiones con más morbo que interés por lo que escriben.
No digo nombres, que cada quien sabe lo que ha escrito, pero me asombró el hecho de leer en el cuerpo de un editorial que el redactor con suficiente cinismo señala que determinado candidato tiene autoridad moral para ocupar el puesto, lo que este señor no sabe, y si sabe, se hace como que la virgen le habla, que su trabajo no debe ser partidista, que él, y cualquiera que ejerza el oficio tiene la obligación moral de ser totalmente neutral, si lo hace de otra manera está cometiendo un delito de lesa humanidad, aunque es verdad que ya pocos analistas tienen credibilidad suficiente como para que quienes se asoman a sus análisis crean a pie juntillas que todo cuanto dicen es de buena voluntad, en fin, que cada quien sabe lo que hace, diré como el fementido juramento que hacen los que por voluntad popular llegan a sentarse en el poder: “que la nación se los demande” y si los ciudadanos no lo hacen que sea su propia conciencia la que los acuse durante las noches perturbadoras en que se les vienen los reclamos encima de su propio ser, pero es tan complicado de explicar que se requeriría un tratado filosófico que, por supuesto, no soy yo el más indicado para hacerlo, además, cada quien vive de acuerdo a sus convicciones internas, en fin, antes de encabronarme, mejor les comentaré acerca del partido de la selección mexicana que jugaron como nunca y perdieron como siempre, lo malo es que ahora no tuve tiempo ni para saborear la esperanza de que les pudiéramos ganar a Argentina, porque en el primer tiempo los hijos de su tanguera madre metieron dos goles, aunque a decir verdad, ambos tantos fueron una mentada, el primero por culpa de un árbitro y sus cómplices abanderados que dieron por bueno un fuera de lugar clarísimo, tanto así que en el estadio los aficionados empezaron a protestar al ver en las pantallas espectaculares que vieron lo que ninguno de la comisión de rateros a cargo de la mafia Fifera comandada por Joseph Later y por Julio Grondona el mandamás del futbol argentino, qué raro no?, que nunca observaron que el cara de malandrín de Carlitos Tevez estaba fuera de lugar en el primer gol, o sea, como que son ganas de chingar, y claro que como Argentina es el equipo que está llamado a ser campeón del mundial, pues a ninguno de los poderoso capos del futbol les convenía que ganara México, para colmo de males el masiOsorio cometió un error que ni mi tía Pantaleona que es patizamba podría haber cometido, le dio un pase a Higuaín a medio metro de la portería resguardada por el Condejo Pérez y claro que el crack del Real Madrid no perdonó y fusiló al guardameta, o sea que en la realidad, deberían de haber quedado empatados a uno, en fin, ya ni llorar es bueno, nuestra selección está en el lugar que les corresponde, ahora espero que Alemania le dé su pataliza al petulante drogadicto de Maradona y su equipo de arrogantes, si México con todas sus carencias técnicas los puso en predicamentos, me imagino que los teutones que van que vuelan para campeones, les van a meter goles hasta por debajo de la lengua. La venganza es un platillo que se come frío. Ya dije.
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