jueves, 1 de marzo de 2012
Luis Miguel
Luis
Miguel está viejo, gordo y feo, y francamente, no es por hablar mal de él, pero
con todo ese dinero que gana el cantante en sus presentaciones, es para que
estuviera mejor que nunca, no sé, ni siquiera puedo imaginarme cuánto cobra por
cada show, pero supongo que han de ser varios miles de dólares, a El Sol de
México lo acabo de ver en su triunfal presentación en el festival Viña del Mar,
que cada día que pasa se vuelve un inocuo “Siempre en Domingo”, es decir, un
programa de variedades artísticas que no exhibe nada más que a una runfla de
cantantes ante un público variado, además, este concurso, ya ni funge como tal,
conste que no lo estoy criticando, finalmente es una opción más en este
mundillo artístico, pero lo que les estaba diciendo respecto a Luis Miguel, es
que está todo jodido, y han de ser los excesos de alcohol, mujeres, desvelones
y drogas, ya ven, que todo por servir se acaba, y acaba por no servir, su edad
no es un secreto, tiene 42 que cumple por estos días, pero a pesar de su edad,
que no es tanta, ya que, con tantos menjurjes que se ha de embarrar, debería de
tener una mejor apariencia, además, las entradas se le juntaron con las
salidas, es decir, se está quedando pelón, de ese Luis Miguel del que se
enamoraron tantas adolescentes a finales de la década de los ochenta, no queda
ni la sombra de lo que fue, sin embargo, en dicho festival de Chile, conste que
no es albur, le entregaron todos los trofeos que tenían en sus bodegas, se ganó
tres gaviotas, dicen los organizadores que son de metales preciosos, pero en
esos juegos frívolos de los certámenes, los galardones no tienen más valor que
el otorgado por el cariño del respetable, Luis Miguel está cantando mejor que
antes, no cabe duda, que con el tiempo ha ido perfeccionando el don que Dios le
dio, me acuerdo que empezó en el ramplón programa de Raúl Velasco, que, dicho
sea de paso, es el único hacedor de estrellas, de aquella época y de todos los
tiempos, y ya ven, que el nefasto, por culebro, murió abandonado por aquellos a
los que consideraba sus amigos, en fin, mejor les contaré la de ocho, que de
verdad, esta historia no tiene desperdicio, resulta, que “El Coqueto”, no, no
es un stripper, sino un asesino serial, se les acaba de escapar en sus propias
barbas a los polecías del estado de México, o sea, que no mameyes en tiempo de
sandías, quesque se les hizo fácil dejarlo solo en una celda preventiva, sentadito
dándole vueltas a los detalles de los ocho asesinatos de mujeres, a las que,
primero les daba un largo paseo en su microbús, diciéndoles que tenía que echar
gasolina, luego, entrado en confianza con las féminas, las seducía, y ya,
flojitas, las violaba, bueno, para no hacerles el cuento largo, lo
aprehendieron gracias a que una de las víctimas, a la que el criminal había
dado por muerta, lo denunció ante la procuraduría mexiquense, cuyos agentes muy
celosos de su deber hicieron labor de investigación hasta que dieron con su
paradero, lo más raro del asunto, es que, según el procurador Alfredo Castillo
Cervantes, el sujeto de marras, estaba esposado y con grilletes en los
tobillos, así que, ni modo que haya sido ayudado por el fantasma de Houdini
para que hiciera la gran escapatoria, pero, el domingo les contaré más
detalles, aunque ya sé que no es mi línea, y que las notas policiacas son nauseabundas,
solamente que, esta fuga de “El Coqueto” es como para reírse un día completo e
invitar a los compadres a una carne asada con una hielera repleta de cervezas
bien frías, para armar una historia de sensacional de policías mexiquenses, que
estos, son los mismos chafas, que en el caso Paulete, nunca se dieron cuenta de
que la nenita estaba en el mismo cuarto que dormía, siendo que habían entrado
doscientas personas a la habitación, no, no es un chiste, es un caso de la vida
real y sucedió en nuestro país, que, ya lo dijo Chente Fox, es muy kafkiano
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