Ayer por la tarde me apersoné en la placita Miada para festejarle el cumpleaños número trece a mi sobrino Oswaldo y con sorpresa he visto que ese espléndido parquecito está convertido en un cajón de la basura, ya sé, si no me hago de la vista gorda, que la gente es muy sucia, que tira los deshechos o las envolturas de sus frituras en el piso aunque el tambo le quede cerca de la mano, pero que me perdonen los empleados encabezados por Benjamín Galván Gómez, flamante alcalde del globero pueblo, esa no es suficiente razón para que anden de güevones, ya que se dejen de tanto bla bla bla y que se pongan a chambear.
Mal empieza la semana para el que ahorcan el lunes, ya que ahora que me acuerdo, los camiones de la basura dejaron de pasar durante los primeros días de Enero de este año, lo peor no fue eso, sino que con las fiestas decembrinas, se acumularon los desperdicios, tampoco quiero entrar en detalles de los bichos que proliferaron a causa de los botes desbordados de desperdicios orgánicos, lo peor no fue eso, sino que como es natural, la vida siguió su curso rutinario, y sobre esas basuras, se acumularon las de Enero, claro que en menor proporción.
Ya sé que mi columna, con este tipo de notas parece uno de esos programitas de radio o noticiarios locales de televisión charra en los que su principal análisis de la caótica situación en la que vivimos en el globero pueblo, es denunciar las “graves” anomalías de los focos fundidos del alumbrado público o de un bache en determinada calle, pero a estos “comunicadores” tan profesionales, alguien les debe pagar su sueldo para que no digan nada de lo que realmente está aniquilando a los habitantes de Nuevo Laredo que con Ramón Garza Barrios, era una “ciudad con valor” y al parecer, ahora con Benjamín es una ciudad minusválida, o quizás se oirá mejor como dicen los cursis burócratas del DIF, una ciudad con “capacidades diferentes”.
Algo anda mal en esta nueva alcaldía, y que no me digan que es que se están acomodando apenas en sus ejecutivas sillas, porque eso se hace con tiempo, no sé, ni me importa quienes están a cargo de los puestos neurálgicos del gabinete ranchero de Benjamín, que todos esos son iguales, supongo que han de haber repetido más de la mitad de los grandiosos funcionarios del trienio del carismático Ramón, porque eso ha sido así desde hace más de 25 años, parece que son eternos en los puestos, que nada más cambian de membrete, que el que estaba en Obras Públicas se pasa a director de Cultura o el que despachaba en la oficina de pasaportes ahora es asesor de la presidencia municipal.
Le preguntaré a Marco Martínez, jefe de información del Líder, que dicho sea de paso, es un estupendo reportero que está bien informado de las cuestiones municipales, quienes son los nuevos colaboradores del ayuntamiento, casi conozco la respuesta, y es que estos son tan previsibles que de seguro es tal como lo he comentado en líneas anteriores, en fin, que se pongan manos a la obra pero a la de ya, que se dejen de andar de declaradores compulsivos en los medios difusores de noticias, que los ciudadanos no queremos políticos que hablen bonito y que se promocionen en todos lados con cara de galán de telenovela antigua, es mentira que un buen funcionario sea el que hable más fluido o con mayor naturalidad, eso era antes, cuando a todos los votantes nos deslumbraba un buen discurso con propuestas novedosas que nunca llegaban a realizarse, pero que en su momento les servía a estos mentirosos para treparse a la poderosa silla, y una vez ahí, eternizarse en uno y otro puesto gubernamental, tal como ha ocurrido en nuestra ciudad desde hace muchos pero muchos años, por eso estamos como estamos, por eso no hemos podido salir de la jodidencia, porque estos se sienten los dueños del changarro y son nada más nuestros empleados, pero se hacen como que no se dan cuenta para no soltarse de la chichita presupuestal. Ya dije.
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