Haití, a un año del temblor

Enero y Febrero; desviejadero, ese es un dicho tan viejo como los ancianos a los que se refiere, se trata de reflejar que entrando los inclementes fríos a nuestra región, los primeros afectados son los integrantes de la tercera edad, aunque es verdad que en esta temporada invernal, el clima ha sido benigno, es más, casi no ha hecho frío, se han sentido, los mentados aires “matachivas” esos que entran de repente y encuentran a los animalitos pastando lejos de sus querencias naturales.
Ni siquiera ha helado, pero el lunes, luego del fin de semana de fiesta, se dejó sentir el primer temporal ártico, lo bueno es que todavía pude andar en mangas de camisa en la Placita Miada, porque con eso que en la lomita arrecian los vientos, pues no vaya a ser la de malas, que en un aire cruzado, los mayorcitos de edad, pesquemos una pulmonía cuata, eso no sería lo peor, que como quiera, yo tengo un seguro médico de gastos mayores pagado en su totalidad por un matrimonio amigo que vigila mi salud desde hace muchos años, ya sé que no hay mal que por bien no venga, pero ahora, precisamente en estos momentos, en que apenas empiezo a vivir, no sería lo ideal, caer postrado en cama, la verdad es que soy muy miedoso a todo lo que huela a hospital, no digo, no, que no caeré algún día, si tampoco me conservo en alcohol, pero tan solo de imaginarme que puedo caer en las nefastas garras de las madres del San José se me traban las quijadas del miedo, y es que prefiero mil veces el hospital General que ese sanatorio en el que facturan hasta las aves Marías, por cierto, aun recuerdo con tremenda pena, el sismo que azotó a Haití, esa noche, yo estaba en Twitter, y de repente una tuitera anunció el desastre natural, por supuesto que nadie imaginó lo que en realidad había ocurrido, a un año después, se sabe que fueron casi 300 mil muertos, en medio de la terrible tragedia, todos nos condolimos de los empobrecidos isleños a los que literalmente se les vino el mundo encima, y lo que parece una frase hecha… a ellos si se los tragó la tierra en tremenda dentellada, a través de los diversos medios difusores de noticias, nos enteramos de que las instituciones de ayuda humanitaria no se daban abasto para tratar de paliar las necesidades de los damnificados, claro que era casi imposible levantar a la Isla desde sus escombros, lo que se requería era un milagro que nunca ocurrió, el tiempo pasaba y la ciudad no podía ponerse en pie, y a la fecha, persiste el problema, ya que no alcanzó el dinero para construir casas a los que se quedaron en la calle, por más que se hicieron eventos multitudinarios realmente se pudo hacer muy poco para solucionar el problema, el recuento de los daños es tan enorme, que el 70 por ciento de la población se quedó en la miseria total, los servicios básicos de luz y agua no han restablecido del todo, cifras conservadoras estiman que las pérdidas totales alcanzan una cifra de 17 mil millones de dólares, no conforme con este desastre, en Octubre del 2010, les cae el chahuistle de nuevo con una pandemia de cólera que terminó por aniquilarlos, después del brote de la enfermedad, les llegó un huracán que produjo inundaciones y para acabarla de amolar, nadie tuve piedad de ellos, y como quiera se celebraron elecciones presidenciales que resultaron fraudulentas, en fin, que esto del fríecito que se nos vino de repente, es nada comparado con lo que pasa en otros lugares, espero que Haití se reponga lo más pronto posible, o por lo menos, que ya no padezcan calamidades.
Yo, por lo pronto, empecé una cadena de ayuda en Twitter para mandar un dinerito a las cuentas que fueron confeccionadas para recaudar fondos económicos, y no quiero ser pesimista, pero a como los veo de paupérrimos y desamparados, se me hace que necesitarán respaldo, por lo menos dos siglos más. Oremos.