Cada vez que alguien ajeno a Nuevo Laredo me ha preguntado cuáles son los atractivos turísticos que más se destacan del globero pueblo, les he dicho incansablemente que lo mejor de todo es… es… es… que estamos cerca de Monterrey, porque la verdad así como que algo muy representativo de la ciudad pues no hay mucho de donde escoger, tal vez, si me exigieran que mencionara tres sitios, les diría que el parque Viveros, la plaza Hidalgo y la catedral del Espíritu Santo, pero es que aunque quiera a mi terruño natal tanto como mi corazoncito es capaz de sentir amor por este crateroso lugar, no puedo dejar de reconocer que está bastante feo, es más no se salva ni el dichoso Centro Histórico que ni es centro ni es histórico, antes por lo menos estaba en pie el mercado Maclovio Herrera pero no me refiero a la horrenda construcción actual, sino al que se quemó, que ese tenía una pátina especial otorgada por el tiempo.
El encanto de Nuevo Laredo y lo digo con todo el orgullo que soy capaz de sentir por mi raza norteña, sin duda alguna, es su gente, y se me llena la boca al decirlo, porque con todas las personas que he conocido a través de las ciudades que he visitado, y que son de altísimo pedorraje, no he sabido de nadie en otros lugares que tengan la sinceridad a flor de boca con la ingenuidad que la decencia otorga de mis queridos paisanos, eso sí lo he presumido en todas partes a las que he ido, como mis coterráneos no hay muchos en este repapalotero mundo, claro que habrá otros que tengan mayor cultura, una educación a prueba de todo, que se les nota hasta en el modo de saludar, y es que el roce social es de finuras y florituras, por ejemplo en el D.F que es una de la ciudades más impresionantes del planeta, con toda su magia y esplendor, a la que Alfonso Reyes, describió con toda justicia como la región más transparente del aire, se nota en la atmosfera un dejo aristocrático que es imposible dejar de percibir ante el paisaje urbano que es de puras construcciones señoriales que hasta dan ganas de santiguarse enfrente de sus portadas.
La ciudad de México está considerada como el destino favorito de vacaciones para los mexicanos, y no que quiera darle un voto a Ebrard para candidatearlo como presidente del país, pero ha sido gracias a su impulso que la gran capital se ha puesto de moda como sitio de visita obligada de los paisanos, antes, las playas eran así como lo máximo para todos, pero de un tiempo a la fecha, la hermosa ciudad de los palacios ha estado promocionada con tal fuerza que a todas horas hay spots en la tele y en la radio, en los medios electrónicos e impresos, y sobre todo, lo que no hacen en ningún otro lado, porque los hoteleros y restauranteros son demasiado codiciosos, descuentos, promociones y buen trato a los visitantes, naturalmente que ganan un poco menos, pero casi todo el año tienen ocupación al 100%, no como aquí que hay dos o tres hoteles decentes y quieren cobrar como si fueran el Ritz o el Waldorf Astoria, y con la pena les tengo que avisar que no es así, además casi todos tienen vistas al monte pelón, en fin, no hay manera de hacer comparaciones, ya que el D. F es una de la ciudades más deslumbrantes del planeta, y conste que yo he viajado por todo el mundo, bueno, no tanto como mi amiga Norma Asiáin de Barberena, pero conozco Perros, Bravos, San Rafael de las Tortillas, Bustamante, Cienaga de Flores y Sabinas Hidalgo y prefiero mil veces la magia encantadora de las calles, callejones y escondrijos del centro histórico de la capirucha que tiene un aire casi irrespirable pero que te quita el aliento al punto del síncope.
El encanto de Nuevo Laredo es su gente, ese estilo de estar con un giro de honesta ingenuidad, de saberse frescos, espontáneos, sin rebuscamientos ni amanerados modales, en el uso perfecto de sus facultades orales al decir las cosas por su nombre, y tengo que confesar que me siento muy orgulloso de mi pueblo. Ya dije.
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