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jueves, 15 de julio de 2010

Ciudad con valor

Nunca, como ahora, ha estado mejor aplicado, el eslogan publicitario de la presente administración priista: “Nuevo Laredo, una ciudad con valor”, porque del ambiente erizado de zozobras vespertinas y sobresaltos nocturnos que hemos padecido durante años, hemos transitado a otro que es muchísimo peor, porque ni modo que salgan a declarar que aquí no pasa nada, que eso de la creciente es una exageración de gente faramallosa que de la tos le da el catarro, la verdad es que la situación se les salió de control a tal grado que lo que en manos de verdaderos expertos hubiera sido un problema menor, en las que están actualmente, se magnificó, lo preocupante es que del huracán Alex se tenía conocimiento desde hace varias semanas, es decir que tuvieron todo el tiempo necesario para realizar las acciones correspondientes para vaciar las presas y si ocurría lo que finalmente pasó, captar las precipitaciones pluviales para evitar la catástrofe.
Gracias a la ineficacia de la Comapa, que hasta ahora me entero está dirigida por el Ing. Carlos Montiel Saeb, quien por lo visto no ha sabido echar a volar las bombas, pues tiene a todo Nuevo Laredo sin agua ni para hacer un buche, lo realmente escandaloso es que no hay ninguna razón lógica para que nos dejen sin el suministro del vital líquido, podrán decir lo que quieran que no hay cinta de aislar para pegar los cables de los motores o qué no han encontrado a Chencho el electricista, pero la realidad es que en Laredo, Texas no se les fue el agua, que no quiera el Ing. Montiel contarnos las muelas a nadie, no hay excusa ni pretexto posible para que en medio de estos calorones de 40 grados nos dejen sin el consuelo de poder refrescarnos a la hora que se nos hinchen las ganas.
Con tantas fallas como las que han tenido los de la CNA y demás dependencias al cargo de nuestra seguridad dan ganas de salir huyendo de este pinche pueblo globero que cada día que pasa se hunde más y nadie hace nada para evitarlo, dicen que a la hora que intentaron abrir las compuertas no había energía eléctrica, así que tuvieron que hacer trabajos de emergencia, cuando a esos grandes contenedores artificiales se les debe dar mantenimiento para que siempre estén en óptimas condiciones, en fin que ya se sabe que estamos en México y todo se hace al ái se va que al cabo nadie irá a la cárcel por negligencia, aunque por su grave irresponsabilidad se hayan inundado pueblos enteros y que muchos ciudadanos tuvieran que huir para salvar sus vidas, porque literalmente les llegó el agua al cuello, como lo que sufrieron nuestros parientes de Anáhuac que luego de tantos días del aluvión no se ha repuesto del susto y no se ve en qué momento vayan a poder recuperar sus pertenencias.
Lo trágico es que el desbordamiento del río Salado nos dejó incomunicados del resto del país y fue tal el desconcierto que nadie supo qué hacer, bueno, ni los asesores que ganan un dineral tuvieron ninguna idea brillante para resolver el problemón, ya que en pocos días, se acabaron las provisiones de víveres dispuestos en los centros comerciales y empezaron los dolorosos racionamientos, claro que se podían haber conseguido en Laredo, Texas, pero lo patético es que de un jueves para un viernes el globero pueblo pasó de la gloria de las elecciones a la depresión de la realidad, que en un instante, o como decían los antiguos, en un santiamén, el panorama se puso gris sexenal, ojalá que sirva como experiencia a todos los que manejan la vida pública que no porque sean amigos del secretario del secretario del secretario del lambegüevos están capacitados para enfrentar estas situaciones, lo malo del asunto, es que si los inteligentes aprenden hasta de los errores ajenos, los pendejos no aprenden ni de los propios. Gracias al Dios de Israel que no nos inundamos, si no, quien sabe qué hubiera pasado. Oremos.

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