Antes, muy antes, los curas de medio pelo, los obispos de
cierto pelo y los cardenales de terciopelo, tenían sus queveres con guapas mujeres,
es más, les otorgo un ejemplo claro de dichas prácticas amorosas, en aquellos
tiempos, en que, el clero era todopoderoso, que eran señores de horca, cuchillo
e indulgencias plenarias, el Papa Alejandro VI., quien respondía al nombre
cristiano de Rodrigo Borja, español de nacencia, cuyo apellido, se tuvo que
italianizar, ya que, era asunto de alta traición divina, si en conclave espiritual,
los príncipes de la iglesia, elegían a un hombre como Sumo Pontífice, que fuese
de otra nacionalidad, por supuesto, que todo fue un tejemaneje de parte de la
ambiciosa familia Borgia, cuyos integrantes, fueron ampliamente conocidos en el
bajo mundo del hampa clerical, por su desaforada ambición para treparse a los
cuernos de la luna, está inscrito en los anales de la historia de la humanidad,
que Lucrecia, hija bastarda del Papa renacentista valenciano, mataba por mero
entretenimiento a sus amantes que se contaban por docenas, solo porque se
fastidiaba de ellos, y como en esa época, los matrimonios, eran alianzas
comerciales, pues, los ricos casaban a las hijas guapas en edad de merecer, con
personajes de linaje para establecer vínculos empresariales, y Lucrecia, casó
con varios de esos millonarios, a los que exprimió hasta la última gota de dinero,
de hecho, era tan ruin, cínica, detestable, corrupta y promiscua, que la
leyenda negra de su vida, ha servido para innumerables obras literarias, dado
que, se le atribuyen también como amantes, a su propio padre el Papa Alejandro
VI., y a su hermano César, al que malamente, su padre invistió como Cardenal, así
que, gozaba de absoluto poder nepotico, por tanto, entre tanto, algunos
historiadores han asegurado que por celos de amante, mató a muchos de sus
queridos y a algunos de sus maridos, bueno, pues, si eso pasaba hace muchos
años, ahora no es de extrañarse que algunos obispos, anden de picos pardos,
rabos verdes y donjuanes enamorando a sus hermosas fieles infieles, bueno, pues
todo este cuento antiguo de los Borgia, es nomás el preludio para presentarles,
queridos lectores, el viajecito lunamielero que se aventó don Fernando María
Bargalló ex responsable de Caritás en Latinoamérica, con una mujer que ha sido
identificada como empresaria del ramo gastronómico de la hermana república
argentina, pero no se ha develado el nombre, supongo, que los paparazis no
tardarán en sacar a la luz pública su verdadera identidad, el cínico prelado,
ha declarado, que no se trata de nada pecaminoso, que la está abrazando contra
su santísimo pecho, porque la está ayudando a que no se ogue, y que es una
amiga de la infancia, éste, está igual que un compadre de mi tío Melitón, que
siempre que lo pescaba su vieja abrazado de una piruja, juraba y perjuraba que
era una prima que venía de Cadereyta a llevarse unos cabritos para hacerlos en
fritada y ofrecerlos en una fiesta de su ahijada Robustiana, el embarrado en
estos vergonzantes asuntos sexuales, es obispo de la diócesis de Merlo-Moreno,
y como es natural en estos casos, no sólo ha desmentido el hecho de que sea su
amiguita sexual, sino que ha enviado un desmentido a los medios mitoteros
argentinos, que si en España y en México son escandalosos y papeleros, en la
tierra del tango y el churrasco, son re mitoteros, en fin, les aviso, queridos
lectores, que a partir de este domingo, y contando, nomás faltan unos cuantos
días para que tengamos un nuevo presidente de la república, y al que, no se le
ha visto por ningún lado, es a don Norberto Rivera, quien sabe que estará
tramando, espero que se haya ido a un retiro espiritual al rancho san Ignacio
para orar por el bien de sus fieles ciudadanos, a los que tantas veces,
aconsejó para que no votaran por los enemigos de las familias católicas y sus
buenas costumbres morales.
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