Hoy, según el calendario mariano, es el día del Padre, y
como cada año repito la misma carta que le hice a mi apá, un amigo me ha hecho
el favor de mandarme esta epístola vía correo electrónico, para que la comparta
con ustedes, no sé, de donde la sacaría, supongo que es de su autoría, lo que
sí es muy claro, es que, no es mía, porque tampoco voy a saludar con sombrero
ajeno, ni que fuera Sealtiel Alatriste, y el paisano que anda firmándose trabajos
ajenos, sin ninguna pena ni pudor, enseguida comparto dicha misiva, feliz día
del padre a todos los que sean padres, a los que no, no.
Amado hijo:
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y
compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis
zapatos, tenme paciencia. Recuerda las
horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas
palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño para que te durmieras,
tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por
ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te
inventaba para hacerte más agradable tu aseo.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas
tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que
sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas. Comer,
vestirte y cómo enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi
esfuerzo y perseverancia.
Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a
olvidar de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta
que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era
importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me
escucharas en ese momento.
Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto
puedo y cuando no debo. También comprende que con el tiempo, ya no tengo
dientes para morder ni gusto para sentir.
Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar... dame
tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con
tus débiles piernitas.
Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero
vivir y solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no
tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame.
Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso
no es vivir. Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has
debido recorrer. Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar,
estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo. No
te sientas triste, enojado o impotente por verme así. Dame tu corazón,
compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te
ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré
gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti. Atentamente. Tu
viejo.
P.D: Denle un abrazo a su padre, si todavía, como yo, gozan
de la dicha, de tenerlo, cómprenle un regalito, se lo merece, y háganle una
carnita asada o compren algo hecho para que coman con él, acuérdense que algún
día, si Dios nos presta vida y salud, todos habremos de llegar a viejos, seamos
indulgentes, cariñosos y tiernos, y cuídense si salen a la calle, que los
malosos andan sueltos, les aconsejo que mejor se queden encerraditos para no
buscarle ruido al chicharrón y les aviso que el martes es el debate de #YoSoy132
que ya cambió a #GeneraciónMX, veremos si Enrique Peña Nieto, viendo que el
amoroso tabasqueño se le está acercando peligrosamente a seis puntos, según
Berumen, y todavía faltan dos semanas para el gran final.
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