Antes, muy antes, en aquellos tiempos, en los que, la
galopante violencia no nos asfixiaba como ahora, en las noches calurosas de
Julio y Agosto, los niños nos acostábamos en el patio, alguna vez, en la ciudad
de México, se lo confié a un amigo chilango de esos mamones de casota con
jardín, y me observó a través de sus ojos polarizados por la desconfianza, no
me lo dijo con palabras, pero sus gestos resultaron tan delatores, que me hizo sentir
como si fuera un menesteroso, pero la gente que no es de aquí, no nos entiende,
para ellos, somos los bárbaros del norte; incultos, soeces y, por claridosos, muy
cabrones, en realidad, no dormíamos afuera por pobres, sino por comodidad, es
verdad, no teníamos ningún lujo, pero nuestra casita dentro de su sencillez
poseía un aroma hogareño; de refugio y regazo, no había nada deshonroso dormir
en el patio, no teníamos aparatos de aire acondicionado, en aquel entonces, no
los usaban ni los ricos, y en Nuevo Laredo se respiraba una atmosfera de apacible
tranquilidad, supongo, que debe haber habido malandrines, pero cuando era niño,
junto a mis hermanos, no teníamos miedo de qué algo malo nos fuera a pasar,
además, nuestros padres fungían como celadores y velaban nuestros sueños, de
eso me estaba acordando hace un par de días, que en mi infancia, en noches
prodigiosas, se podían contar las estrellas, y conste que no es una copia de la
canción de Agustín Lara, que en esa rola, la Doña, con sus manotas las
enjuagaba, y yo nomás las contaba, y es que, se me han revoloteado todas las
nostalgias, porque he estado de visita muy seguido en casa de mi hermano mayor;
su nombre es Juan Antonio, Juan por mi mamá Juana y Antonio por mi papá, les
cuento, queridos lectores, que el domingo 17 del mes en curso, para festejar el
día del Padre, nos pusimos una parranda con música a todo vuelo y cervezas bien
frías, mi cuñada Olga Flores de Tovar, llenó una alberca de plástico hasta el
tope, y ambos esposos, muy generosos, nos brindaron güiski del bueno y carne
asada, por supuesto, como dice Acuña en su Nocturno a Rosario, nuestra madre en
un altar espiritual, estuvo presente durante toda la tertulia, que resultó
agradable por la compañía, por las risas y por el llanto derramado en memoria
de nuestra sacrosanta progenitora, que no se ha muerto para nosotros, ya que,
si corre el viento, nos trae un hálito de acacias enredado en su inmarcesible
recuerdo, quiero aprovechar que tengo esta columna, en el periódico más leído de
la frontera chica y urbes circunvecinas, para agradecer a mi hermano Toby, el
primogénito, que es más guapo que yo, y eso ya es mucho decir, ya que, a pesar
de que tengo tipo de príncipe árabe, él me gana, en gallardía y apostura,
porque en siendo güero y delgado, pues luce la ropa con un estilo único e intransferible,
con la edad, esa es la verdad, me he vuelto pandroso, no que me vista en
harapos, pero no soy ni la sombra de hace 20 años, cuando paraba el tráfico, en
plena avenida Guerrero, quienes me conocieron en esa época de esplendor físico,
podrán dar fe y su testimonio de lo que ahora les confío, asiduos fans, por
cierto, el que, anda arrasando en las encuestas con quince puntos arriba de los
otros tres, es el gallo Copetón, al que, por lo visto, no lo alcanza ni Quadri
con sus cumbias, muchos menos, doña Josefina que anda dando patadas de ahogada,
AMLOVE ya ha salido a declarar que respetará los resultados aunque no le
favorezcan, pero terco como siempre ha sido, dice que no va a protestar, porque
él va a ganar de calle, en fin, que las campañas están en la cuenta regresiva,
y yo ya sé por quien voy a votar, no, no diré quien es mi favorito para esta
contienda, pero como ha declarado Fox, que sea por el bien de la patria, así
que, habrá que cerrar filas en torno al ganador, lo malo de que todo esté
llegando a su término, es que, ahora de qué chingaos voy a escribir en esta
cotidiana columna que es la más leída de este pueblo patriota y globero.
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