Educación gratuita?

No hay nada más falso en nuestro analfabeta país, eso que se presume urbi et orbi, en relación a que la educación básica es gratuita, miren ustedes, queridos lectores, durante el inicio de cada ciclo escolar, ocurre siempre lo mismo, es decir, que los padres de familia, se quejan acremente del cobro injustificado de una altísima cuota para inscribir a sus hijos, por ejemplo, en la Cosme Pérez, que es donde yo cursé los seis grados de mi educación primaria, se exigen 380 pesos para permitir el ingreso de los escolapios, por supuesto, que en otras escuelas, pasa exactamente lo mismo, no digo, no, que los directores y profesores de los distintos planteles instalados en el globero pueblo, sean rateros, es cierto de toda certidumbre, que en la partida presupuestal del gobierno, no hay un guardadito para solventar las necesidades más apremiantes de las escuelas, es decir, la secretaria de Educación paga los raquíticos salarios de los cientos de miles de maestros, regala los libros (y en tiempos de Eugenio y Ramón, al menos en Nuevo Laredo, los útiles y uniformes), pero no envía ni un cinco partido por la mitad para la adquisición de implementos y artículos de limpieza, es más no les dan ni siquiera para comprar jaboncito y lo que tanto se cacarea por parte de la secretaria de Salud, que los niños se laven las manos para prevenir enfermedades, queda nomás en un buen consejo, pero no pasa de ahí, francamente, en mi época de estudiante, no me acuerdo si mamá haya tenido que pagar cuotas para que el profesor don Santos Guzmán Treviño, me permitiera continuar con mis estudios, que, dicho sea de paso, no era una lumbrera, cada año lo pasaba de panzazo, de hecho, lo que si tengo muy presente, es que en esos años trepidantes en la vida política de México, estábamos en Jauja, ya que, a los alumnos nos daban el desayuno que consistía en un plátano, un cuartito de leche, cereal y tres tacos de huevito con chorizo, mamá se enojaba mucho, porque decía que yo no debía aceptar que me lo dieran, y era verdad, no lo necesitaba, mi papá, que siempre fue un hombre muy acarreador, nos proveía de todo cuanto requeríamos para subsistir, no era que nos sobrara la comida, pero en teniendo panadería, pues, ni los ratones sufrían de penurias, no tengo claro, pero hurgando en mis recuerdos, ha de haber sido mamá la que fue a hablar con mi profesor para que no me pusieran en la lista de los desnutridos, ya que, de un jueves para un viernes, me sacaron de la nómina alimentaria, en fin, que aquellos años fueron buenos tiempos, pero estos dos sexenios panistas, a pesar de que Marthita Sahagún de Fox implementó unos estupendos programas de televisión denominados: “Escuelas para Padres”, la realidad es que, la educación en nuestro país va en franco declive, es verdad, que nunca ha sido excelente, pero del 2000 a la fecha, nadie sabe la O por lo redondo y no hay suficientes recursos económicos para solventar las necesidades básicas de los miles de planteles educativos, digo, si ya se están gastando un dineral para pagar la nómina magisterial, a poco no pueden rascarle un poquito más al erario y mandar para comprar trapeadores, escobas y cubetas, en lugar de hincarle el diente al chivito otorgado por el jefe de la tribu, que de por sí, es exiguo, y no alcanza para nada, con los muchos pesos que los profesores quieren cobrar como cuota, aunque ellos lo disfrazan de aportación voluntaria, estas paupérrimas familias se quedarán sin comer todo el mes, lo que no he podido entender, es qué hacen con todo el dinero acumulado, o sea, si cobran 380 pesos por cada huerco y si son, digamos mil, el monto total asciende a casi 380 mil pesos, me queda la curiosidad de qué manos resguardan la suma, si la tiene el director, el presidente de la asociación de padres de familia, la meten al banco o alguien se la jinetea, Benjamín Galván, nuestro publicitado alcalde, debería de tomar cartas en el asunto para que meta en cintura, --aunque algunos ni cintura tienen--, a los maestros paisanos. Ya dije.