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jueves, 15 de septiembre de 2011

Benefactores anónimos


En lugar de andar ensalzando héroes del pasado y ponerles ofrendas florales carísimas, Benjamín y su grupo de colaboradores, deberían de instaurar un día especial para reunir a todos los ciudadanos que a la callada realizan actividades para beneficiar al prójimo y no me refiero a las asociaciones civiles, que de ese tipo de grupúsculos, conozco todas las historias de corrupción, bien dicen que en arcas abiertas hasta el más santo peca, sino a las personas que no necesitan andar de pediches con otros para darles a los más jodidos, aunque algunos son Hood Robin, les roban a los pobres para dárselo a los ricos, pero no hablaré de ese tema, que es más viejo que caminar para adelante, de hecho, nuestro publicitado presidente municipal, además de gustarse como se mira en la tele o en la fotos, es benefactor de causas sociales, tampoco voy a enumerar todas las obras que ha realizado, si no soy su director de comunicación social, que no estudié para lanzar loas y ditirambos, sino para ejercer el periodismo libre, y es que, yo he observado los arreglos de flores y yerbas que les colocan a los monumentos para los próceres de dudosa reputación, pero por ejemplo, no podrían, como en Estados Unidos, dedicar un día a determinada persona para rendirle honores, se me ocurre, en primera instancia a mamá Lupita, la mujer que ha dedicado su vida entera a cuidar de niños desamparados, a esta buena señora, la conocí en una ocasión que estando en la sala de redacción de este periódico, Ruvalcaba, me pidió de favor que cubriera una fiesta de quince años, por supuesto que le dije que si, aunque me quedaba claro que no era esa mi función, es decir, reportear como si fuera de la perrada, si luego de tantos años en el gremio, me he ganado a pulso un modesto lugar, total que acudí al lado de mi hermosa amiga Anita, quien me transportaba cuando tenía que ir a cubrir algún evento especial, mamá Lupita tiene una luz permanente en su mirada, y es que, amén de bondadosa, es indulgente con sus hijos adoptados, pero en dos horas que estuve en su casa hogar me enteré de todo lo que hace para beneficio de los niños, realmente quedé asombrado del tráfago de su alma, para sostener a los chamacos, sí, yo conozco padres de familia que se derrengan al mantener a dos huercos flacos, pero hay otras personas que no dan la cara en público y que igual hacen el bien sin mirar a quien, dicen los sabios, que el mal triunfa si los buenos no hacen para evitarlo, conozco a una señora que a diario da de comer a todos los niños de su cuadra, un día le pregunté qué por qué lo hacía, si no eran nada suyo, y me contestó que no era rica, pero un taquito si les podía dar, además, me subrayó, que para ella no es ningún esfuerzo, sino que lo hace con gusto, “porque si a mi Dios me da todos los días un pan que llevarme a la boca, me siento obligada a compartirlo con los que no lo tienen”, fue una lección que me dejó con los ojos de plato, yo, que no soy capaz ni de dar el saludo a nadie, digo, no soy hijo de Catalina Creel, pero no me considero bondadoso ni generoso en ningún sentido, como estos héroes hay muchos en el globero pueblo, que no dicen nada a nadie, que no llaman a los fotógrafos de sociales como los clubes de servicio, que regalan una silla de ruedas que cuestan 500 pesos, pagan 5 mil pesos para salir en todos los periódicos, en fin, el motivo de esta dominical columna, es para, solicitarle a Benjamín que premie a los paisanos de gran nobleza con un reconocimiento público, de hecho, ya lo tienen, pero siempre es bueno que se les otorgue un aliciente a su denodada labor. 

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