El padre Alberto Monjaráz, celebra hoy, cuarenta años de ejercer el sacerdocio, nació en La Piedad, Michoacán, pero es más neolaredense que muchos otros, tal vez, se acuerden, ustedes, queridos lectores, del Evangelio de Hoy, sí, ese que ha aparecido cada domingo desde hace muchos años, pues ha sido él, el principal evangelizador de esta región, gracias a su persistencia para confeccionar ese espacio, yo me acuerdo, haberlo leído con avidez cuando era niño, luego de adolescente y ahora de adulto mayor, en el mensaje siempre encontraba la palabra justa que llegaba a la fibra íntima.
Don Alberto estará acompañado por familiares que vienen ex profeso de otros estados de la república, especialmente de su terruño natal, a felicitarlo por esta jubilosa fiesta, y es que Monseñor don Gustavo Rodríguez Vega Excmo. Obispo de nuestra diócesis, oficiará una misa de acción de gracias en su honor en la parroquia de Nuestra Señora de La Paz en punto de las siete de la tarde, más tarde, todos los asistentes invitados se trasladarán a la Cueva de Leones para compartir la alegría de tan dilecto personaje de nuestra ciudad, y es que el padre Monjaraz se ha ganado el afecto y respeto de todos los fieles, no solamente de los allegados a su congregación, sino de los neolaredenses en general.
Un sacerdote no es solamente una figura emblemática de la religión, sino, es además, un guía espiritual, una lámpara que alumbra, un pastor de ovejas, un médico de almas, amigo, hermano, padre, consuelo en el dolor, escudo protector, abrevadero de la palabra que salva, hogar para el desposeído, y todo eso, ha sido, a lo largo de cuarenta años, don Alberto, tan querido como admirado en nuestro solar porteño, yo no tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero todas las personas que lo han tratado, siempre se han referido a él como un verdadero hijo de Dios, y en estos tiempos aciagos que corren, en los que la fe se ha diluido y que la esperanza se ha carcomido como los dientes de una vieja abandonada, su vida ejemplar es un aliciente para no perder el rumbo de lo que realmente vale la pena.
SER SACERDOTE: Es vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres, ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna; compartir todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a Él sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza, tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad; enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre, Dios mío, qué vida! Y esa es la tuya, oh sacerdote de Jesucristo! Esta oración viene inscrita en un libro de oraciones heredado por mi abuela Elena, que era una católica ferviente, ejemplo de humildad, y fue ella, la que con su ejemplo de bondad y solidaridad existencial, la que nos enseñó a sus descendientes a predicar amor, lamentablemente, no todos supimos hacer de su apostolado católico una fuente de paz para los demás.
Felicito afectuosamente a don Alberto Monjaráz, por estos cuarenta primeros años de sacerdocio al servicio del prójimo y en esta fiesta organizada por el equipo de Liturgia que tendrá lugar en La Cueva, espero darle un gran abrazo por este importante logro en su pastoreo de almas, pero desde ahora, le dedico un aplauso lleno de admiración y orgullo por su estupenda trayectoria tan impecable como fructífera, deseándole que sean cien años más y que Dios le dé larga vida entre nosotros. Así sea, así sea, así será. Oremos.
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