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viernes, 22 de julio de 2011

Las rejas no matan

Siempre se ha sabido que en las cárceles mexicanas, hay de todo como en botica, solamente que las comodidades y los lujos cuestan caros, no sé si se habrán percatado, queridos lectores, que en los periódicos, cada y cuando, sacan sendos reportajes para denunciar abiertamente dichas anomalías, eso sí, los periodistas, en sus textos se muestran llenos de asombro por la flagrante corrupción, ignoro de qué manera elegirán los penales para destacarlos a ocho columnas y en primera plana, pero supongo que lo han de hacer con un volado, ya que, todo mundo está enterado que en cada reclusorio por más pequeño que sea, así se ubique en un pueblito tierrero, hay niveles escalafones jerárquicos entre la población, es decir, cuánto tienes, cuánto vales, si tienes poco, vales poco, si tienes mucho vales mucho, si no tienes nada eres hombre muerto, o al menos, sin poder gozar de los privilegios que el dinero te puede otorgar, conste que no estoy copiando el comercial de Master Card, que eso de que poderoso caballero dinero es don Dinero es más viejo que la roña, hurgando en mis recuerdos de infancia y adolescencia, he rescatado que en el célebre Penal de La Loma existía un sector de ricos, que los propios directivos denominaron la colonia Longoria, o sea, que era un área llena de bondades para quienes pudieran pagar el alojamiento en esas pequeñas celdas que contaban con jacuzzi, agua caliente, teléfono, televisiones, cantina y claro, que podían meter todo lo que quisieran, siempre y cuando pagaran el costo, de hecho, había algunos capos muy poderosos que contrataban mariachis o grupos musicales famosos para celebrar alguna fecha especial, naturalmente que, los medios de ese tiempo nada decían, por temor a que se los madrearan, por supuesto que entraban mujeres de todas las categorías, desde putillas de poca monta hasta putas caras mandadas traer ex profeso de los congales más exclusivos de la zona, yo las llegué a ver, incluso, un mafioso de esos de gran pedorraje, contrataba a artistas populares para que le cantaran bajo la regadera, pero nada de eso aparecía en ningún lado del globero pueblo, los dizque periodistas democráticos, esos que presumen ahora de gran valentía ante las asociaciones interamericanas de prensa, se callaban lo que sabían a cambio de una módica mochada del cuantioso botín, ya que, en aquella época, los narcos les pagaban muy bien por su silencio cómplice, tal vez, por ello, los de ahora, cansados de la corrupción de los editores ratas de antaño, no les dan ni madre, y si piden algo, les avientan una retahíla de malas razones, tal vez si las autoridades hicieran una investigación a fondo en los penales, tendrían que cambiar a todo el personal de confianza, digo, si a esos cabrones rateros se les pudiera mantener en esa exclusiva nómina, finalmente las cárceles se han convertido en una industria sin chimeneas, del dinero que produce dicho negocio, viven miles de familias mexicanas, quizás por ello, nuestros funcionarios se hacen de la vista gorda para no afectar la economía nacional, no sé, lo digo, sin conocimiento previo, pero en el país debe haber miles de cárceles, eso sin contar las celdas preventivas ni las barandillas, que de ahí también los encargados de impartir y procurar justicia a la mexicana, se ganan la vida honestamente extorsionando a los que se dejan y tienen con qué pagar el cohecho para no pisar la grande, en fin, que los reportajes de investigación acuciosa de mis colegas, son tan chistosos, que la nota la leí el jueves y no he parado de reír por el humorismo impreso en el artículo, sin embargo, el periodismo chabacano, ese que abunda en nuestras páginas editoriales, es una epidemia que ha cundido hasta en los periodiquitos escolares, y es una práctica común, que sirve como escuela de lo que no se debe hacer so pena de caer en la desvergüenza, el cinismo y la indignidad. Ya dije.

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