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martes, 12 de julio de 2011

Denuncia de Cynthia Rodríguez Leija

Siempre he considerado, queridos lectores, que a toda acción corresponde una reacción, es decir, si alguien me pega una cachetada, lo lógico, es que me defienda con otra, no con un balazo, yo, que fundamentalmente soy un hombre pacífico, incapaz de odiar a alguien, bueno, nada más odio a los que odian, pero de ahí en fuera a nadie más, me indigné ante la denuncia de mi compañera Cynthia Rodríguez Leija, interpuesta ante la opinión de los más connotados periodistas de la comarca, resulta que el señor Israel Martínez, empleado de mediano perfil del Tec Milenio local, se puso de fierro malo luego de que la madre de la destacada escritora neolaredense, le produjera un rayoncito insignificante a su camioneta de reciente modelo, todo parece indicar que este hombre no conoce la regla de oro del respeto al prójimo, digo, si, por descuido, la señora le “rayó” su vehículo, lo que debió haber hecho el presunto afectado, era negociar con ella para el arreglo del desperfecto, así de simple, así de fácil, por supuesto, no habré de apelar a la caballerosidad de don Israel, ya que, por lo visto, es un concepto que desconoce, en su bien escrita carta, con un manojito de diáfanas palabras, Cynthia, integrante de “Mujeres de Tinta”, ha hecho del conocimiento público su desazón ante un hecho, que si bien es cierto no es tan grave como para meter a la cárcel al señor Martínez, es un evento circunstancial que describe claramente la falta de sensibilidad ciudadana y la carente civilidad de dicho sujeto, este asunto no hubiese rebasado el límite de lo privado, si, el acusador de la señora Rodríguez, le hubiera permitido pagar el monto del daño causado en el infortunado accidente, que, asómbrense ustedes, asiduos fans, incluso, el valuador de la agencia de seguros, se asombró ante el inusitado comportamiento del “empresario de la educación” como lo describe Cynthia en su estupendo texto, y le recomendó, que era preferible que se arreglaran en lo privado, y es que, esas abusivas empresas aseguradoras, cobran un alto deducible de impuestos al contratante, es decir, en este caso, al señor Israel Martínez, que dicho sea de paso, es miembro del consejo de empleabilidad del Tec Milenio, en cuya actitud, se puede demostrar de manera fehaciente, que no está a la altura de la premisa de excelencia en la educación de tan connotado centro de estudios, cuando recibí la denuncia de Cynthia, sopesé la posibilidad de sólo transcribirla, pero me ganó la indignación al imaginarme la escena en la que describe la intransigente actitud del sujeto y la sincera mortificación de sus ancianos padres ante tan bochornoso suceso, que, por si fuera poco el trastorno causado, dado que el nefando tipo, los mantuvo bajo el vivo rayo del sol por espacio de dos horas, los señores Rodríguez padecen diabetes, enfermedad, cuyos principales factores de daño, son precisamente estos subidones de emociones, sin embargo, y a pesar de todo, conservo la esperanza de que don Israel Martínez empleado del Tec Milenio, se disculpe públicamente por su torpeza.
Antes de finalizar la presente Guillotina, quiero compartirles el colofón de la denuncia de la valerosa Cynthia: “Nuestra ciudad es una fuente de virtudes no solo económicas, la nobleza de un terruño prevalece en sus ciudadanos, la riqueza de nuestra piel es tejida y consolidada por quienes la poblamos; las instituciones y los gobiernos son asfixiados, monopolizados o bien asertivos, plausibles según sus sistemas, desarrollo humano, estructura corporativa y congruencia muy por encima de un modelo estructuralista hueco y empecinado en el mimetismo y la deformación de conciencias.
¿Cuándo perecerán los muros enmohecidos del engaño y del silencio, cuando tus hijos y los hijos de mis hijos alumbraran el mundo con navíos de paz sin palabras que se desgarren entre la muerte y la miseria? ¿Cuándo en un saludo podremos tocar la mano del mar y su perfume de pájaros libres..? Firma al calce: CYNTHIA RODRIGUEZ LEIJA Ciudadana de esta maravillosa tierra norteña. (Sic).

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