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viernes, 17 de octubre de 2008

Suerte te dé Dios

Ya empezó el Festival Cultural Tamaulipas y en la inauguración hubo de todo como en kermes, desde frases memorables en el “speech” inicial: “vamos a reforzar las fuerzas” (sic) hasta señoras representantes de altos jerarcas políticos, con el chal dobladito colocado en el antebrazo como camarero, o para decirlo de manera elegante, como Garzón, han de disculpar, los que si saben francés, que no ponga la pancita baja a la zeta pero es que mi teclado no es “muchilingüe”, aunque si tiene corchetes, asteriscos y diéresis por aquello de que algún día se me vayan a ofrecer.
Lo malo de la fiesta de apertura es que faltó Eugenio nuestro Góber, éste si, precioso, -bueno eso dicen La Baronesa de la Madero y sus cuatas- pero acompañado de su guapa esposa Adriana, andaba en Tampico inaugurando el mismo FIT, que yo ni sabía, pero me acabo de enterar que fue nuestro ex gobernador Tomás Yarrington el que estructuró todo el tinglado para que este festival que tiene la idéntica calidad artística del Cervantino guanajuatense, nada más nos falta su soberbia arquitectura colonial, el encanto cotidiano de sus callejuelas y la esplendorosa magia de sus antiguas leyendas.
Y un indejo, me preguntó: ¿cómo es que no sabías eso?” y le contesté que en esa época sexenal, yo repartía mi días entre Ciudad de México, París, Madrid, Cuernavaca y China… pero no Nuevo León, no vayan a creer que andaba arreando chivas y matando víboras a patadas, así que no había manera de enterarme de lo que ocurría en mi sacrosanto terruño natal, además ni tiempo tenía de asomarme a la altiva y heroica región que dormita a la margen del río.
La Baronesa que es una especialista en esto del protocolo a seguir en determinadas circunstancias de aperturas, homenajes y discursos, asegura que todavía nos falta un “plus” para que estas fiestas sean de buen gusto y es que ella está acostumbrada a que los matices elegantes, ni se noten, porque cuando la gente está acostumbrada a esos destellos de glamour, pues nadie se fija ya que es lo corriente que así se discurra entre las palabras adecuadas, los ademanes correctos y las finuras espirituales no son pose sino una forma de coexistir.
El colofón de esa noche fue el show entre retro, anticuado y obsoleto de Emmanuel que ahora se ha vuelto más devoto de nuestra Virgen Morena que nuestra inefable Ramoncita, porque ya hasta canta: “Deeel Ciieeelooooooo unnnaaaaa heeerrmmmooossaaaa mañana. La Guadalupana, La Guadalupana, bajó al Tepeyac” pero a ritmo de Pop acompañado por su hijo Alexander que es como un güerito vende quesos con pecas de guayaba. Las historias del festival seguirán dando de qué hablar, así que no se despeguen de esta columna que donde no se mete se asoma y en los lugares en donde no se puede compenetrar, para eso cuento con espías, digo, corresponsales encubiertos que me cuentan todas las historias hasta de lo que ocurre en las recámaras y las cámaras.

La Culta Dama

No cabe duda que tengo más suerte que un trébol de cuatro hojas y vean ustedes porque se los digo queridos lectores, resulta que estando apoltronado en mi sillón favorito, abro el buzón de mi e-mail adress y advierto que tengo una misiva de La Culta Dama, que se presenta conmigo, diciendo que quiere colaborar en esta columna para contar las historias que otras personas no se atreven.
Claro que de inmediato acepté su desinteresada ayuda, así que, les aviso queridos lectores, que de cuando en cuando ella misma tendrá su propio espacio en la presente columna y esta si es culta no como otras, que declaran, sin pudor evidente, en entrevista de radio a nivel nacional: “los artistas que “trairán” serán “de a nivel” internacional”.
La verdad es que La Culta Dama trae la tijera bien afilada para hacer trizas a cualquiera y nada más como para abrir boca, me manda la verdadera historia de la manera como Fela Fábregas conoció a Manolo y no es tal como ella lo ha dicho. Mañana arderá Troya con este chismazo que desnuda la historia de la “Mujer Tiatro” título que por donde se le mire, no es válido… “andamos arando” dijo la mosca y eso que el buey nada más se la espantaba con el rabo. Ya dije.

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