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viernes, 17 de octubre de 2008

Buen Católico

Claro que soy católico de hueso colorado y rezo el rosario todos los días, además me proclamo ferviente devoto de San Juditas y de San Cucufato; como Cristal, la cantante, a ambos les tengo una fe ciega.
Como aclaración y respeto al citado San Cucufato, debo decir que fue condenado por el imperio romano y decidieron matarlo abriéndole la panza para que se le salieran las tripas. Así que, en plan Rambo, él mismo se recolocó todo en su sitio, o más o menos donde él creyó que iba y se autocosió.
Más tarde fue condenado a arder en la hoguera, luego a pudrirse en una mazmorra…. Pero de todas se libró. Al final fue degollado, y creo que por aburrimiento, el pobrecito, decidió morirse y subir al cielo. Por todo esto fue santificado, pero finalmente fue destituido (¿así se dirá?) de su plaza en el santoral.
No se sabe si fue debido a que su comportamiento celestial no fue el más idóneo, quizás se montó con Baco-Dionisio unas buenas Melopeas y no era buen ejemplo. Vamos que lo expulsaron de clase. O sea que se puede ser Santo y después dejar de serlo.
Yo me acuerdo que mi abuelita Chona decía esa oración de: San Cucufato, San Cucufato, los… piiiippppppp te ato, si no aparece (lo que se le hubiera perdido, por ejemplo las llaves o el monedero…) no te los desato y aunque ya no era santo, lo perdido, como por arte de magia, o milagro, aparecía.
De San Juditas que les puedo decir, si casi a la par de la Virgen Guadalupana, los neolaredenses somos muy amorosos del santo que por méritos malvados del traidor Izcariote, por muchos años la gente lo confundió con el otro, el que con un beso entregó al Maestro y que luego por treinta denarios de plata, como recompensa de los sicarios, se manchó las manos para siempre y es fecha que a ningún cristiano se nos olvida su infamia.
Otro santo, muy milagroso, al que se le reza en momentos realmente difíciles, de esos casos que ni Superman ni el Chapulín Colorado se atreverían a sacar la cara por nosotros, y me refiero a San Apapucio El Grande, no pongan cara de susto ni de sorpresa, queridos lectores, ya sé que el nombre no es muy conocido, y es que a fuerza de costumbre, los católicos nos hemos quedado con la circular idea de que no hay muchos santitos en el calendario solar, pero la verdad es que para cualquier ocasión, incluso para bien morir, para bien nacer, para comer, para dormir, para viajar, para bailar, para estudiar, en fin... para cada necesidad humana tenemos un santo a nuestra disposición.
Pues yo digo que fue San Apapucio el que escuchó mis ruegos, no sé si acuerdan que hace unos días comenté, que teníamos una majestuosa Catedral pero que no había obispo para oficiar una misa en honor al genio catalán de Joan Manuel, y por cierto, mi jefe Ruvalcaba me corrigió con lo de la rola de Serrat, diciéndome que eso de: “caminante no hay camino” en realidad se llama “Cantares” y es una poesía de Machado, claro que puse cara de que si sabía todo eso pero que mi abuelita así le decía, y yo respetaba las formas antiguas de mi sacrosanta mal hablada madre de mi progenitor, pues ahora, tengo que anunciar a propios, extraños y los que vienen de extranjia, que ya tenemos pastor que guiará nuestras almas.
Así es, se trata de Su Eminencia Monseñor Gustavo Rodríguez Vega que nació en Monterrey, Nuevo León en 1955. Por fin tenemos obispo. Esa es una buena noticia, así que ahora pueden quebrar todos los bancos americanos o que alguien le grite espurio a López Obrador, y nada ni nadie me va a quitar la felicidad que ahora disfruto por la llegada de Su Ilustrísima que viene a sustituir a don Ricardo Watty Urquidi que ya mora en Tepic, Nayarit.
Don Gustavo, sea bienvenido a esta tierra de Dios y de María Santísima, los fieles católicos de su grey, esperamos que, se sienta cómodo en nuestro solar y deseamos con toda humildad poder acatar sus consejos para ser buenos cristianos. Dios lo guarde en la palma de su mano. Ya dije.

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