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sábado, 17 de noviembre de 2012

Don Jorge se sintió muy Vergara


No soy Gabino Barrera, yo si entiendo razones, pero lo que nunca habré de entender es por qué chingaos los mexicanos todos tenemos que soportar tantos desmanes de algunos funcionarios, por ejemplo, los sainetes que Fernández Noroña ha protagonizado en la cámara de diputados como primera figura de la compañía perredista de tiatro , --quien, por cierto, hace un par de días estuvo de visita en nuestra ciudad--, son como berrinches de niño de primaria, y yo, que soy lector asiduo de don Juan Pérez Ávila, estoy de acuerdo con él, cuando se refiere a que este chompira debería de regresar a la escuela para que lo enseñen a hablar con soltura, no digo, no, que lo conviertan en un caballero, que para ello, se requerirían los servicios invertidos del rey Pigmalión, pero, por lo menos, que aprenda a reconocer la diferencia entre cajón y cagón, es cierto, aquel dicho de que todas las cortes tienen su bufón, su loco y su santo, pero insistir en gobernar un reyno de maíz y frijoles para robarse lo poquito de lo que gozan los mexicanos, es, a todas luces, una canallada, ahora que le he estado escarbando a la historia política de Nuevo Laredo, con mucha pena he de notificarles, queridos lectores, que he recibido muchos e mails (dos) a mi domicilio electrónico, para decirme que si no temo que me maten al decir lo que digo y en el tono burlón en el que lo expreso, la verdad, es que no tengo miedo a nadie, también es cierto que cuento con el respaldo de un gargantón habitante de esta colonia Hidalgo y vecino del barrio, ya sé, que estos cabrones políticos, son muy vengativos y como se sienten dueños del país, se consideran señores de horca y cuchillo, bien dicen que el diablo no es pendejo y sabe bien a quien se le aparece y para uno que madruga, otro que no duerme, y ya entrado en gastos en este asunto de la gran parodia de la democracia a la mexicana, les confío, asiduos fans, que me siento ofendido con los reporteros y los jefes de información y los editores, que por temor a represalias gubernamentales, --por supuesto que las represalias no son propiamente de cárcel si no económicas--, no dicen todo lo que saben de las administraciones en turno, ni modo que no se haya sabido nunca lo que escondía aquel popular alcalde, que siempre andaba más polveado que ratón de panadería y acompañado por su pasarela de eunucos, efebos y placebos, pero el periodismo en grande, ese de investigación y denuncia, nunca ha existido en este globero pueblo, uno que otro finge serlo, y los otros le siguen la corriente en una farsa tan cómica que en viendo a los adalides de la información sonreír como la desdentada bruja horrenda ante las cámaras para aparecer en todos lados presumiendo genuino interés en los principios de libertad y de justicia de nuestra gloriosa república, es como para cagarse de risa, se me figura que ya en sus casas, estos impostores, al despojarse del corsé y de los hipócritas aliños, se sienten liberados de la responsabilidad y de cualquier obligación con los infelices ciudadanos, un periodista que oculta información o dice verdades a medias comete un crimen atroz que se paga con la huida de lectores y al quedarse colgado de la ignominiosa brocha se queda solo y su alma a la espera de conseguir más adeptos a su fementida labor periodística plagada de ditirambos lambiscones, en fin, que no hay más cera que la que arde, y a quien le tendrá que ir como en feria con los millones de seguidores del Guadalajara, es al magnate hombre de negocios don Jorge Vergara, al que se le subió la sangre a la cabeza y se puso a discutir con un aficionado, dicen los testigos de los hechos, que el dueño de las chivas se brincó las trancas de varios palcos de los caros para discutir con el aficionado, estuvieron a punto de liarse a chingadazos, meseros y allegados a don Jorge, lo detuvieron para que la sangre no llegara al río sagrado del rebaño. Cosas veredes Mío Cid. 

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