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domingo, 16 de septiembre de 2012

Huidobro


Chile tiene tres poetas que me gustan mucho, uno de ellos, ustedes lo saben, es Pablo Neruda, que en realidad, su nombre auténtico es Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, pero también disfruto de los poemas del anti poeta Nicanor Parra, por supuesto, que conforme ha pasado el tiempo, que transcurre implacable e inexorable para todos, mis inclinaciones han cambiado y en los tumbos de la vida, que se ha dedicado a llevarme y traerme de aquí para allá, se me apersonó con sus metáforas descarnadas, que no tienen punto de reposo, el magnífico poeta Vicente Huidobro, ya sé, que otorgo la impresión de que soy un juglar de la dicha, que nada de las ocasiones en que el alma humana se siente desolada, me ha tocado con su filo triste, la realidad es que soy tan humano como cualquiera, lo que pocos saben, es que Neruda y Huidobro, en aquellos tiempos de su juventud, fueron enemigos, bueno no tanto así, que ambos se afiliaron al comunismo, que por esa razón, los dos se convirtieron en adalides del bien de la humanidad, es decir, de la equidad, de que cada ser humano, por el solo hecho de haber nacido bajo el mismo sol, tenían los mismos derechos de cualquiera, pero sus amores por el idealismo político, no fueron impedimento para que se declararan encono, y es que, en la edición de una antología en la que, el editor Eduardo Anguita, colocó de manera preponderante a Huidobro, que dicho sea de paso, pertenecía a una familia adinerada, por encima del poeta pobre, que a juicio de García Márquez, es “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, así que, ese solo hecho, bastó para enemistarlos para siempre, naturalmente, que a mí me viene valiendo madre su animadversión, que yo estoy más allá del bien y del mal, y me pueden gustar los dos, Neruda, es un poeta musical y él inventó las metáforas, es decir, que sus palabras o frases le cambiaron los nombres al sol, al cielo, a la luna y al mar, que sigue siendo, en mi interpretación, el máximo creador del lenguaje de los enamorados, y aquí, cabe señalar, que don Pablo, era más feo que un carro por debajo, pero su fealdad nunca fue impedimento para que le cantase a la mujer como el más rendido admirador de la belleza, pero Huidobro, les cantó a su estilo, con sus metáforas limpias, proyecciones de un espíritu excelso, de esos que se dan una sola vez en la vida, de tales cantos, he rescatado, un pasaje de Altazor o el viaje en paracaídas, que según mi silvestre entender, es uno de los trabajos mejor logrados en nuestro vapuleado idioma, aquí, una muestra de cuanto les he narrado, queridos lectores:  Tu frente luminosa como un anillo de Dios/Más firme que todo en la flora del cielo/Sin torbellinos del universo que se encabrita/Como un caballo a causa de su sombra en el aire/Te pregunto otra vez ¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?/Tengo esa voz tuya para toda defensa/Esa voz que sale de ti en latidos del corazón/Esa voz en que cabe la eternidad/y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes. ¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?/Un cometa sin manto muriéndose de frío/Te hallé como una lágrima en un libro olvidado/Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho/Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan/Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas/De un Dios encontrado en alguna parte/Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú/El pájaro de antaño en la clave del poeta. Sueño en un sueño sumergido. La cabellera que se ata hace el día/La cabellera al desatarse hace la noche/La vida se contempla en el olvido/Sólo viven tus ojos en el mundo/El único sistema planetario sin fatiga 

Su hija mayor, Manuela, y Eduardo Anguita escriben el siguiente epitafio en la tumba que como el poeta lo pidió, se encuentra frente al mar, en el que las olas, incesantemente, golpean el descanso eterno de Huidobro: “Aquí yace el poeta Vicente Huidobro / Abrid la tumba / Al fondo de esta tumba se ve el mar.” 

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