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miércoles, 12 de septiembre de 2012

9.11 2012


Los gringos son igualitos a mi tía Concha que cuando los labregones de sus hijos les pegaban a los vecinos, disimulaba que no se daba cuenta del abuso, pero si sus feos retoños, eran los que recibían los chingadazos, inmediatamente se convertía en una energúmena y salía corriendo a buscar al gendarme de la esquina para que con su macanota les diera su merecido a los malandrines buscapleitos que le habían hecho daño a sus angelicales huercos lombricientos, bueno, pues, ahora con los actos de conmemoración del atentado terrorista del once de Septiembre del 2001, me vino a la memoria, que ese día, estaba de visita en mi casa, mi querida amiga Maricarmen, me acuerdo de ese detalle, porque fue tal el shock de ver casi en vivo el encontronazo del avión con las torres gemelas, que jamás lo habré de olvidar, pero en ese mismo instante, le comenté mis dudas a la inteligente periodista paisana, qué si ese accidente hubiera ocurrido en nuestro globero pueblo era del todo creíble, pero habiendo acontecido en Nueva York, que nadie se hubiera percatado de que los aviones iban directo a estrellarse en los edificios cuates se me hacía harto sospechoso, o sea, la gran urbe, el símbolo de la civilización contemporánea, el centro del glamur, la sofisticación y la modernidad, en donde convergen la ciencia, el arte y la riqueza, unos burdos fanáticos malhechores hubieran herido de muerte al corazón de los Estados Unidos, de verdad, ni yo lo creo, y eso que soy más crédulo y confiado que un viejito de asilo, pero ese tema está tan sobeteado, que ya no viene ni al caso, después de ese fatídico día, los gabachos luego de enterrar a sus muertos y rendirles honores, se fueron encima de todo lo que tuviera raíces árabes, gracias a Alí baba que yo no me les atravesé en el camino, ya que, no tengo visa para cruzar a Laredo, Texas, sino ténganlo por seguro que ahorita todavía estaría purgando una larga condena por el crimen de portación de mis cejotas de gusano quemador, y a pesar, de que el ataque fue un abuso de humanos contra humanos, y con todo que nuestros poderosos vecinos son muy religiosos, es decir, creen en Dios y confían tanto en su justicia que hasta lo han inscrito en sus monedas, se le fueron a las patadas a los talibanes, y su venganza fue tan cruenta, que ni siquiera las hordas bárbaras de los piratas han derramado tanta sangre como los estadunidenses en las guerras absurdas que le siguieron al 9.11, pero como siempre, dentro de cada tragedia, se engendra una historia entretejida con mentiras, y esta no iba a ser la excepción, pues a una rubicunda mujer, se le ocurrió que podía mentirle a todo el mundo, y así lo hizo, su nombre Tania Head, la que por cuatro años engañó a las autoridades y a los propios sobrevivientes de la conflagración, llegando al grado de que le vio la cara al famoso alcalde Giuliani, su actuación era soberbia, ríanse ustedes de Meryl Streep, que hasta la designaron presidenta de la Survivors Network del World Trade Center, ya adentrada en su asombroso papel de sufriente víctima, le dio por inventar historias de amor, que solo eran producto de su desatada imaginación, lean ustedes, de su propia voz:  “Cuando intentaba salir del laberinto de escombros y fuego, un hombre murmuró algo señalándome. Al acercarme, me tendió su mano. Estaba agonizando y era consciente de ello, porque me entregó su anillo de matrimonio. ‘Hazlo llegar a mi mujer’, me imploró. Su rostro se me ha quedado grabado”, después, el New York Times, se dedicó a escarbarle un poco, fue entonces que se descubrió a la impostora, lo demás, es sabido por todos, a la pobre, le quitaron hasta las medallas al mérito y la obligaron a devolver todo el dinero que el gobierno le había otorgado como premio a su valor humanitario, en fin, que este once de Septiembre, se recordó a las verdaderas víctimas de tan espeluznante acontecimiento, Obama, en el marco de las próximas elecciones presidenciales, dictó un conmovedor discurso que todavía resuena en el ámbito internacional como un eco de una tragedia que se pudo haber evitado.  

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