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domingo, 19 de agosto de 2012

Crónica de una desgracia


Me lo dijo claramente uno de los inodados en el atentado criminal en contra de mi hermana Ana Lilia Tovar Alonso: “Ya me tiene cansado esta situación” y yo, que no soy muy dejado que digamos, le espeté: “pues si usted está cansando, imagínese como estará mi hermana que ya tiene dos semanas en la cama y no le han hecho nada”, entonces, el médico malandrín, con cara de indio tepuja, arrojó su maltratado maletín sobre la desvencijada cama de la enfermita, y agregó con cara de me vale madre lo que ustedes digan: “ya les voy a firmar el alta para que se la lleven a Monterrey”, este sujeto que responde al nombre de Alejandro Cayetano, es el doctor internista que a base de naproxenos y agüita salada que le trasfundía las 24 horas del día, intentó asesinar a mi carnalita, por supuesto que interpondré una demanda en su contra, tengo como testigos presenciales de los hechos, a muchas enfermeras, cuyos nombres los tengo en mi poder, a toda mi familia y amigos, además, a las trabajadoras sociales, sin cuyo apoyo, jamás hubiese podido trasladar a Ana a la clínica 25 en Monterrey, Nuevo León, si les digo, queridos lectores, que incluso, el Dr. Luis Tello Yunam  jefe de Servicios de Medicina Interna en el Hospital de Zona número 1, el Dr. Alejandro Soto subdirector médico del Hospital de Zona Número 11,, y el Doctor Marco Alejandro Li Sosa, subdirector médico del Hospital de Zona Número 11, me brindaron todo su apoyo para que Ana Lilia recibiera atención expedita y que agilizaron su traslado, dado que su caso era de extrema gravedad, y es que, a mi hermana, se le dañó su riñón trasplantado, a tal grado que su cuadro clínico se empeoró durante su estancia en dicho nosocomio, pero yo, francamente no culpo a nadie, sino solamente al Dr. Alejandro Cayetano, quien sin ninguna consideración, le escupió su veredicto supremo a la paciente, que todavía bajo los efectos degradantes de la septicemia que presentaba, ni siquiera se percató del cruel comentario del infame Cayetano, que le dijo: “ya perdió su riñón y todo por su culpa”, pero eso no fue lo peor, sino que, mi hermanita, a sabiendas de que la esperaba el eminente nefrólogo Casanova, le insistía que la diera de alta para trasladarse a Monterrey, el nefasto chompira, la amenazó que no la iba a dar de alta y que si se iba por cuenta, es decir, con alta voluntaria, él se iba a encargar de que no la recibieran en la clínica 25, para no hacerles el cuento largo, queridos lectores, gracias a las gestiones rápidas de los altos directivos locales del IMSS, el 26 de Julio, por fin, y luego de una larga agonía burocrática, mi hermanita Ana se trepó a una ambulancia destartalada, pero muy rápida, ya que, según díceres de mi hermanita, se percibía en su trayecto que de un momento a otro se vendría a pique dadas las malas condiciones del vehículo, ya en la sala de admisión continua de la UMAE,  después de un viaje agonizante, los eminentes médicos nefrólogos y trasplantologos, la estabilizaron, y en menos de media hora le hicieron varios estudios concienzudos y la internaron en el cuarto aislado 28 del piso 10, al día siguiente la intervinieron quirúrgicamente para drenar la infección, a los dos días, la volvieron a meter al quirófano para retirarle el riñón, gracias a Dios y a los médicos de la UMAE (Unidad Médica de Alta Especialidad), mi hermana está viva, y ahora, la hemos bautizado como LázarAna, ya que por la Gracia de Dios y el profesionalismo de los médicos de la clínica 25, sigue entre nosotros, disfrutando de su recién nacida nieta Alison, que está preciosa, lo que es un hecho, es que, habré de recurrir a cualquier instancia legal para que el Dr. Alejandro Cayetano, reciba su justo castigo, y no descansaré hasta que le quiten su licencia para ejercer el noble oficio de la medicina, que éste truhán, no merece estar atendiendo a ningún paciente, mucho menos a los que requieren atención especializada, pero de este caso, hay mucha tela de donde cortar, y cuando les narre los detalles, les aseguro, asiduos fans, que me habrán de dar la razón y exigirán conmigo la inmediata destitución de este doctor que merece, por lo menos, veinte años de cárcel por su negligencia y despotismo. Ya dije. 

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