Les prometo que jamás volveré a tocar el tema de: “El Niño
Verde en El Torito”, que ya parece un capítulo de La Rosa de Guadalupe, y es
que, el Senador Jorge Emilio González Martínez, como una burla para todos los
ciudadanos decentes, regresó por su propia voluntad a cumplimentar su
sentencia, pero se le olvidó, cosas de amnesia selectiva, que esa pena no es al
gusto del cliente ni una orden a la carta, sino que es una medida precautoria
para evitar que el borracho vaya y se parta la madre o machuque a un inocente cristiano
en la calle, ya sé que esta nota no es para tanto, finalmente, uno se da cuenta
que esto es un chingadazo para el PRI, que seguramente habrá muchos otros
políticos que la libraron solamente porque no son un buen bocado político para
las fauces ansiosas del perredismo capitalino a cargo del Dr. Mancera, que se
las sabe de todas, todas, no de balde, ha sido sabueso toda su vida, ya que, es
muy sospechosista que nunca, en la historia de este operativo haya caído en El
Torito algún amarillo de esos que les encanta andar chupando (y tomando) en
todos los congales del D. F, y aquí sí, ni modo que digan que no hay a donde
ir; si de bares, cantinas, piqueras, antros, anexos, conexos y similares está
plagada la ciudad de México, ni modo que todos sean blancas palomitas, si ya se
sabe que a los que les habla la virgencita morena son a los panistas mochos que
rezan en lugar de gobernar, y que se tanteen los del PAN en Tamaulipas, que andan diciendo que van a
transformar el estado, tampoco se la echen muy de lado, si no son tortillas de
harina, alguna vez, por creer en sus falsas palabras, nos engañó don Chente el
palurdo esposo de Marthita Sahagún, diciendo que él arreglaría el conflicto de
Chiapas en menos de quince minutos y luego salió con una excusa tan torpe que
ya no merece la pena ni traerlo a colación, yo no les exijo demasiado, pero si
queda el PRI de nuevo en el cabildo local, que por lo menos cumplan sus promesas
o no prometan lo que no podrán cumplir, conste que no soy priista, sin embargo
tengo muchos amigos priistas, esta columna la redacto en pleno ejercicio de mi
libertad de expresión, nadie me dicta ni una sola palabra de lo que ustedes
leen en esta Guillotina, lo aclaro porque no vayan a empezar a decir mis
detractores que recibo sobrecito desde alguna oficina azul, primero porque no
soy corrupto, que yo quiero ir por la vida con la frente alta y la conciencia
tranquila, el dinero que me gano es nada más por vender mi colaboración para
este periódico y algunos artículos más serios para otras publicaciones, hago
cartas sensibles de pésames o cartas de amor para los desahuciados en vida del
amor de subida y de bajada, pero francamente si anhelo que ya se termine esta
ola voraginosa de violencia, inseguridad y miseria en la región, a mí no me
importa la denominación política del partido que nos brinde protección,
seguridad, bienestar y justicia, yo no tengo ni credencial de descuento para
los camiones Cinco Colonias, además, mi responsabilidad como periodista es exigir
lo que, los ciudadanos de a pie, quieren obtener de sus gobernantes, no quiero
tener la razón a fuerza, no soy de Jalisco que cuando pierden arrebatan, aunque
Emilio González Márquez el gobernador panista al que le daban “asquito” los
jotos, ahora se va del poder de la entidad con una patada de un galán que
responde al nombre de Aristóteles Sandoval, que se ve que se cuida más la
medallita (la cara) que Thalía, y dice el sabio Juan Gabriel que lo que se ve
no se juzga, es casi la venganza rosa priista contra el hablador Emilio que se
distinguió en su sexenio panista por sus generosas limosnas para el arzobispo don
Juan Sandoval Iñiguez al que le entregó muchos millones de pesos para sus obras
pías y para mayor gloria de Dios y de María santísima, se le conocía por
Etilio, ya que, dicen muchos que le encantaba empinar su codo azul guadalupano.
#YaDije.
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