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martes, 29 de mayo de 2012

Rosalinda Treviño de Villarreal


A mí no me pueden meter al mismo costal” así lo dijo el amoroso López Obrador en el marco del encuentro de Javier Sicilia con los candidatos a los que besó de uno por uno, no sé, si los besos fueron como los de Judas Izcariote, aquel apóstol cabrón que vendió al Maestro por treinta denarios de plata, y no quiero parecer demasiado sospechosista, pero estas asociaciones hibridas siempre me han dado urticaria, porque todos estos adalides, o la mayoría, son interesados y convenencieros, al rato, no lo duden ni tantito, queridos lectores, el poeta Sicilia, va a andar de político buscando algún puesto popular aprovechando su imagen, como ha ocurrido siempre con los héroes y heroínas que se fletan en la lucha contra los funcionarios corruptos que tanto han chingado y desangrado a este país, que ya no ve lo duro sino lo tupido, eso sí, hablan muy bonito, son claridosos y temerarios, pero si tanto les preocupan los problemas ciudadanos, pues deberían de quedarse instalados en su papel, que es ahí donde hacen falta, estos creen que nomás porque ponen cara de vicarios (dije vicarios, no sicarios), ante las cámaras y se erigen como defensores a ultranza de los pobrecitos e indefensos mexicanitos, ya se convierten en políticos, la política no es de antojo, es decir, no cualquier hijo de vecino  puede ser político, la política es una vocación de servicio, que algunos hijos de su re pepinche madre, se sirvan con la cuchara grande del erario, no significa que esa sea su verdadera labor, en fin, que los candidatos andan haciendo su luchita, y al que peor parte le tocó de parte de Sicilia, fue a Quadri, al que le dijo de todo menos guapo, pero de ese tema y de otros, les contaré en la columna de mañana, por cierto, quiero agradecer públicamente a mi primo hermano Poncho A. Tovar, su regalazo el día de mi cumpleaños, fue una reunión entrañable para mí; los tragos, la alberca y la buena compañía de todas las personas presentes, resultaron mi mejor regalo de este cumpleaños que por muchas razones, ha sido el mejor de la década, ya que, mi hermana Ana Lilia, a la que quiero tanto, se curó de su piernita quebrada casi al cien por ciento, le falta que le pegue un pedacito, pero dadas sus condiciones médicas, luego de su trasplante y su diabetes crónica, el total restablecimiento de su fractura ha sido un verdadero milagro que le agradezco a san Juditas, pero también a mi queridísima amiga Rosalinda Treviño de Villarreal,  quien me ayudó a que la atendieran en el Seguro Social, tengo que decir, sin ambages, que sin la intervención de Rosalinda, jamás la hubieran atendido como lo hicieron los profesionales de la medicina, me da pena, decir lo que voy a decir, pero sin una influencia de amistad, uno se puede morir de dolor en el IMSS, o en cualquier otra clínica, además, debo decir, que la distinguida señora resolvió el problema en dos minutos, y eso que me comuniqué con una docena de amigos que no pudieron o no quisieron ayudarme, por suerte, todavía quedan almas buenas en el mundo, y Rosalinda con su generoso corazón, no dudó ni un solo instante en venir al auxilio de mi ser querido, ya sé, que de pronto soy un viejillo cursi y chillón, pero estando las cosas como están, en que el mundo se está viniendo abajo, que ya no existen los valores morales, ni las buenas intenciones, la afectuosa amistad, que siempre me ha dispensado Rosalinda, a quien en reciprocidad, yo le devuelvo mi cariño y gratitud perenne, es en sí misma, una joya digna de la mejor corona, por ello, deseo que diosito santo la guarde en la palma de su mano y la proteja de todo mal, y que a los suyos, a los que tanto ama, les sobrevengan todos los dones, pero sobre todo; la buena salud, el dinero y el amor. Así sea. 

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