A mí no me pueden meter al mismo costal” así lo dijo el
amoroso López Obrador en el marco del encuentro de Javier Sicilia con los
candidatos a los que besó de uno por uno, no sé, si los besos fueron como los de
Judas Izcariote, aquel apóstol cabrón que vendió al Maestro por treinta
denarios de plata, y no quiero parecer demasiado sospechosista, pero estas
asociaciones hibridas siempre me han dado urticaria, porque todos estos adalides,
o la mayoría, son interesados y convenencieros, al rato, no lo duden ni
tantito, queridos lectores, el poeta Sicilia, va a andar de político buscando
algún puesto popular aprovechando su imagen, como ha ocurrido siempre con los
héroes y heroínas que se fletan en la lucha contra los funcionarios corruptos
que tanto han chingado y desangrado a este país, que ya no ve lo duro sino lo
tupido, eso sí, hablan muy bonito, son claridosos y temerarios, pero si tanto
les preocupan los problemas ciudadanos, pues deberían de quedarse instalados en
su papel, que es ahí donde hacen falta, estos creen que nomás porque ponen cara
de vicarios (dije vicarios, no sicarios), ante las cámaras y se erigen como
defensores a ultranza de los pobrecitos e indefensos mexicanitos, ya se
convierten en políticos, la política no es de antojo, es decir, no cualquier
hijo de vecino puede ser político, la
política es una vocación de servicio, que algunos hijos de su re pepinche
madre, se sirvan con la cuchara grande del erario, no significa que esa sea su
verdadera labor, en fin, que los candidatos andan haciendo su luchita, y al que
peor parte le tocó de parte de Sicilia, fue a Quadri, al que le dijo de todo
menos guapo, pero de ese tema y de otros, les contaré en la columna de mañana,
por cierto, quiero agradecer públicamente a mi primo hermano Poncho A. Tovar,
su regalazo el día de mi cumpleaños, fue una reunión entrañable para mí; los
tragos, la alberca y la buena compañía de todas las personas presentes, resultaron
mi mejor regalo de este cumpleaños que por muchas razones, ha sido el mejor de
la década, ya que, mi hermana Ana Lilia, a la que quiero tanto, se curó de su
piernita quebrada casi al cien por ciento, le falta que le pegue un pedacito,
pero dadas sus condiciones médicas, luego de su trasplante y su diabetes
crónica, el total restablecimiento de su fractura ha sido un verdadero milagro
que le agradezco a san Juditas, pero también a mi queridísima amiga Rosalinda
Treviño de Villarreal, quien me ayudó a
que la atendieran en el Seguro Social, tengo que decir, sin ambages, que sin la
intervención de Rosalinda, jamás la hubieran atendido como lo hicieron los
profesionales de la medicina, me da pena, decir lo que voy a decir, pero sin
una influencia de amistad, uno se puede morir de dolor en el IMSS, o en
cualquier otra clínica, además, debo decir, que la distinguida señora resolvió
el problema en dos minutos, y eso que me comuniqué con una docena de amigos que
no pudieron o no quisieron ayudarme, por suerte, todavía quedan almas buenas en
el mundo, y Rosalinda con su generoso corazón, no dudó ni un solo instante en
venir al auxilio de mi ser querido, ya sé, que de pronto soy un viejillo cursi
y chillón, pero estando las cosas como están, en que el mundo se está viniendo
abajo, que ya no existen los valores morales, ni las buenas intenciones, la
afectuosa amistad, que siempre me ha dispensado Rosalinda, a quien en
reciprocidad, yo le devuelvo mi cariño y gratitud perenne, es en sí misma, una joya
digna de la mejor corona, por ello, deseo que diosito santo la guarde en la
palma de su mano y la proteja de todo mal, y que a los suyos, a los que tanto
ama, les sobrevengan todos los dones, pero sobre todo; la buena salud, el dinero
y el amor. Así sea.
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