Gerardo Sámano, distinguido tampiqueño que me ha conferido
el honor de su generosa amistad, me ha recomendado la obra de Alfredo Espinosa connotado
poeta chihuahuense, y tengo que confiarles, queridos lectores, que me ha
llenado de alegría y contento, el hecho real, de que nuestro país siga siendo un
semillero de seres luminosos, este hombre, siquiatra de profesión, posee talla
universal, no, no me ciega el amor a las palabras de buena factura, solamente
que pocas veces se puede percibir en un envoltorio de vocablos, frases que conmuevan
y cimbren de tal manera, antes, muy antes, yo no me daba el permiso para leer a
los contemporáneos, me parecía que era pura perdedera de tiempo, y es que, en
siendo, admirador permanente de Octavio Paz y Jorge Luis Borges, pues, todos
los demás se me hacían poetas menores, no digo, no, que de baja estofa, pero
si, de esos artistas merodeadores de los trabajos ajenos para apropiárselos,
cambiando una palabra por otra, tratando de no distraerse demasiado para no
quitar la esencia de la obra plagiada, de esos, hay muchos en nuestro país,
unos, de gran estatura intelectual, otros, muy vernáculos, con instrumentos
burdos de escolaridades imprecisas, don Alfredo, ha sido recipiendario de
varios premios nacionales e internacionales, pero igual podría no tener
ninguno, ya que, tampoco es de a huevo que los buenos escritores, los reciban,
la mayoría de los grandes creadores, jamás los han recibido, sin embargo, sus
obras siguen vigentes y ellos, inmortales, si quieren agregarlo en facebook,
búsquenlo de la siguiente manera: Alfredo.Espinosa1 si acaso no lo encuentran,
asómense a su página www.alfredoespinosa.com
enseguida les transcribiré un párrafo de su espléndida obra, que como botón de
muestra, luce radiante en este domingo que se antoja para tirarse en el
zacatito de un parque para mirar la vida que pasa. “El amor es ese momento
químico y mágico en que dos sazones se fusionan y logran hacerse una en el
cuerpo del otro (a) que es, a su vez, platillo de su propio disfrute y sabor.
Cuando el amante le escribe a su amada un poema, puede verla como una flor o
una estrella, pero cuando ella de espaldas le ofrece su añorada desnudez sobre
las sábanas, la ve siempre como una pera o una nectarina. Puedes percibir y
saborear a tu pareja como una torta, un bombón o un bizcochito, o más
frecuentemente como una espléndida cornucopia que se derrama en frutos. Tú puedes
ver en ella una papaya, unos melones, una guayaba, una manzana, más sabrosa
entre más prohibida, y citar el poema de Manuel Bandeira y decirle: Eres roja
como el amor divino. Dentro de ti, en pequeñas semillas, palpita la vida
prodigiosa infinitamente. Y yaces tan sencilla, al lado de un cuchillo, en un
cuarto pobre de hotel. Al oír esto ella te responderá, emocionada, como la
Sulamita al rey Salomón, “venga mi amado a su huerto y coma sus frutos
deliciosos”. Conste que nomás iba a compartirles un trocito, pero ya entrado en
gastos, les voy a pasar este otro, que es muy chistoso, ya que el doloroso
amor, no se olvida tan fácilmente, hay que morderse uno y la mitad del otro, pero
todo pasa; la vida, la muerte, el amor, la pasión, la alegría y las ganas de
que pase, aunque no pase nada. Lean lo que sigue, que les va a gustar, deseo
para ustedes, que sean felices este domingo, y para los que me leen en otras
partes del mundo, Mayo, en México es un mes dedicado a las Madres, felicidades
a todas, que Dios premie su incesante bondad.
Receta para olvidar un amor, en dos tiempos.
1er. Tiempo. En pétalos de alelí y cogollos de romero,
macháquese un clavo entero con granos de ajonjolí. Mézclese todo entre sí con
un ramito de azahar, aviéntese sal de mar y antes de que la mezcla asiente,
échese agua suficiente y déjese reposar. 2º. Tiempo. Píquese muy bien el chile,
agréguese de ajo un diente este es un buen ingrediente para que el gusto
asimile. Macere hasta que destile con cáscaras de manzanas con unas tenazas
planas póngase el menjurje al fuego. Ahora agárrese un güevo y muérdaselo con
ganas.
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